viernes, 6 de junio de 2008

Comunicado ante la decisión de la corte de apelaciones de Atlanta

Comunicado ante la decisión de la corte de apelaciones de Atlanta
El pasado 4 de Junio, la corte de apelaciones del Onceno Circuito de Atlanta dio a conocer su dictamen sobre el recurso de apelación presentado por la defensa.
En un escrito de 99 páginas, y por decisión unánime, los tres jueces reafirmaron los cargos de culpabilidad contra los Cinco Patriotas Cubanos y anuló las sentencias de tres de ellos que deberán ser sentenciados nuevamente.
Ratificaron las sentencias de René González (15 años de prisión) y Gerardo Hernández (dos cadenas perpetuas más 15 años).
Sobre Gerardo, la decisión del panel no fue unánime sino 2-1. La jueza Kravitch expresa en 16 páginas que el gobierno no presentó las pruebas suficientes para acusar a Gerardo de conspiración para cometer asesinato.
Los casos de Ramón Labañino (cadena perpetua más 18 años), Fernando González (19 años) y Antonio Guerrero (cadena perpetua más 10 años) fueron enviados a la jueza Joan Lenard del Tribunal de la Florida para que proceda a re-sentenciarlos.
Lenard deberá convocar una audiencia para emitir el nuevo fallo. Esta jueza es la misma que impuso las graves e injustas condenas a los Cinco en el 2001.
La corte de Atlanta dictaminó que los argumentos de la defensa carecían de mérito. Asombran los términos políticos empleados en el fallo de la corte, ajenos a las instancias legales y favoreciendo al gobierno.
El fallo de los jueces deja abierta varias contradicciones entre las opiniones de dos de ellos y el escrito redactado y firmado por el juez Pryor. Un juez ultraconservador que consiguió su nombramiento gracias al actual candidato republicano McCain a pesar de la oposición del Senado.
Los abogados de la defensa: Weinglass, MacKenna, Horowitz, afirmaron continuar la batalla legal iniciada en diciembre del 2001 cuando fueron injustamente condenados. Legalmente hay caminos a seguir.
Más allá de todas las artimañas legales del gobierno de EE.UU. para dilatar la injusta prisión de nuestros Cinco Hermanos, no sorprende la decisión judicial, al contrario, nos reafirma mucho más en la necesidad de continuar luchando sin descanso para denunciar esta colosal injusticia.
Una vez más se pone al desnudo el cinismo del gobierno norteamericano que en el mismo día de ayer, en otra ciudad de EE.UU., continuó su farsa para proteger al criminal Luis Posada Carriles, quien disfruta de total libertad, en lugar de certificarlo como terrorista por sus crímenes contra la humanidad y extraditarlo a Venezuela, cuyo gobierno lo reclama desde hace 3 años por ser prófugo de ese país.
Para Gerardo, la decisión no lo ha sorprendido: "este es el mismo sistema de justicia que tiene encarcelado por más de 20 años a Mumia, a Leonard Peltier, y a los presos políticos puertorriqueños", nos dijo esta mañana. "Nos echaremos los años que hagan falta, 30, 40, lo que sea, mientras quede uno de ustedes afuera resistiendo nosotros también vamos a resistir hasta que se haga justicia".
Gerardo nos pide que trasmitamos a todos su confianza: "a todos los que pregunten digan que estoy bien, con mucha fuerza y siempre pa¢ lante."
Junto a todos nuestros amigos, comités y hermanos del mundo llamamos a redoblar el reclamo por ellos movilizándonos a partir de mañana 6 de junio (hoy) de todas las maneras posibles, como lo harán en EE.UU., Europa y América Latina, frente a las sedes del gobierno terrorista de EE.UU. que mantiene en prisión a nuestros Cinco Hermanos.
Solo la solidaridad, la denuncia constante y la movilización internacional logrará la libertad de los cinco
Comité Internacional por la Libertad de los Cinco

jueves, 5 de junio de 2008

La justicia armada-Entrevista con el doctor Miguel Antonio D’Estéfano Pisani

La injusticia armada
Luis Hernández Serrano
"Estoy convencido de que el proceso seguido contra los cinco prisioneros políticos cubanos encarcelados en Norteamérica, es realmente una monstruosidad jurídica y una responsabilidad internacional de Estados Unidos. Hay que dejar bien sentado esto."
Así comienza la entrevista exclusiva de Juventud Rebelde con el doctor Miguel Antonio D’Estéfano Pisani. Premio Nacional de Ciencias Sociales de 1997, una de las personalidades contemporáneas más preclaras de nuestro país en el campo del Derecho Internacional Público, Miembro de Honor de la Unión de Juristas de Cuba y Presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional.
"Cuando se habla de este proceso contra ellos, yo insisto en que no se trata solo de un fallo absurdo, arbitrario, inadecuado, improcedente, amañado, sino de que es en realidad lo que los juristas llamamos un típico caso de denegación de justicia, por la cual no responde ni un solo juez ni un Jurado completo, sino los gobernantes del Estado donde se llevó a cabo tal proceder injusto e ilegal."
Aclara D’Estéfano que el Derecho Internacional establece con claridad que en los casos de esta naturaleza, quien tiene que responder por la actuación legislativa, ejecutiva, judicial o de cualquier otra índole, es el Estado, "de modo que ahora mismo emplazamos por eso a Estados Unidos y denunciamos su responsabilidad internacional en todo este crimen sobre el cual se ha tirado un velo de silencio también criminal".
"El Derecho es el arte de lo bueno y de lo justo, y de dar a cada uno lo que es suyo. Por eso en este día del 25 aniversario de la Unión de Juristas de Cuba, creo necesario hablar, sobre todo, de algunas cuestiones vinculadas con los cinco Héroes que están prisioneros por sus ideas políticas en Estados Unidos. Ese es un derecho mío, pero también de nuestro pueblo y en particular de ellos. ¿No lo cree usted?
El 31 de julio nuestro entrevistado cumplirá 84 años. Es el jurista cubano de más edad en activo, graduado hace 61 años, en 1941, en la Universidad de La Habana. Ha sido abogado durante casi dos décadas, más de 40 años Profesor Titular en la colina universitaria y del Instituto Superior de Relaciones Internacionales y autor de unos 50 títulos en materia civil, penal, procesal e internacional público y de otros 25 libros en colaboración.
"Como soy jurista, es decir, un estudioso del Derecho y veo la especialidad científicamente, con más profundidad, tengo que mencionar a esos cinco muchachos encarcelados contra todas las normas y decirlo de manera pública una vez más, ahora que el señor W. se ha declarado una especie de campeón en la lucha contra el terrorismo, enfatizar que es algo insólito tener entre rejas de presidiarios a quienes sí son campeones en la batalla justa contra el verdadero terror."
"Todo el mundo debe saber y el que lo sabe no puede olvidarlo, que esos jóvenes precisamente están condenados por proteger a Cuba y a los propios Estados Unidos del terrorismo abierto y encubierto de la fauna de Miami. Estoy convencido de que el proceso contra estos hermanos es realmente una ignominia más de Estados Unidos."
CRIMEN CON DISFRAZ DE JUSTICIA
"Se les juzgó en Miami, el sitio más inadecuado. Cualquier lugar hubiera sido mejor. Lo escogió la ultraderecha norteamericana y la mafia, por razones obvias. El Jurado fue designado de modo arbitrario y discriminatorio. Y al terminar el juicio, de manera improvisada, casi sin simular siquiera qué pensaban, se fingió una deliberación que fue muy rápida y declaró la culpabilidad de los acusados de delitos no probados".
Precisa el también Asesor del Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, que cualquier Jurado del planeta, incluso en otro lugar que no fuera Miami, en Estados Unidos, hubiera invertido algunas horas y hasta varios días, en las deliberaciones, pero en el caso de la componenda de la "república bananera", esto se hizo en dos o tres minutos, porque estaba ya todo malignamente prejuzgado.
"Se presentaron elementos amañados, sin ningún valor probatorio. Sin embargo, desestimaron el testimonio documentado y firme de altos militares norteamericanos. Sus argumentos no se tuvieron en cuenta como pruebas y, en cambio, se dio crédito a lo expresado por la fauna contrarrevolucionaria de Miami."
Argumenta además D’Estéfano que al final se impusieron cargos extemporáneos, que no habían sido imputados antes en el proceso y se dicta un fallo también inadecuado, sin relacionarse legalmente con los elementos concurrentes. No se consideró ningún dato o detalle atenuante, ningún elemento eximente y, por el contrario, se consideraron elementos agravantes que no existían.
"Y, en los últimos momentos, fueron remitidos a cinco prisiones diferentes, extraordinariamente lejanas unas de otras, luego de 17 meses confinados y en solitario, lo cual en Estados Unidos procesalmente se debe hacer en una semana. Además, en prisión se les han negado los derechos más elementales, los que todo recluso tiene en el mundo."
Asegura el también Profesor de Mérito, quien arrojó luz en 1943 sobre la supuesta delincuencia de los indios en Cuba, que lo único serio del proceso contra los cinco prisioneros políticos cubanos fueron sus alegatos individuales y la labor de los abogados defensores norteamericanos que actuaron con honestidad y valentía.
"Se convencieron ellos mismos de la inocencia de nuestros compañeros, lo cual es la mejor prueba de ella. Se impresionaron tanto de su actitud, con lo que hicieron, con la sana misión que tenían allí en Miami, sin afectar en nada absolutamente a Estados Unidos, que los defendieron a plenitud y los siguen defendiendo, no obstante ser abogados de oficio, o sea, no pagados por las partes, sino una función transitoria.
EVOCAR LA HISTORIA
Refiere D’Estéfano que un día como hoy es bueno recordar que juristas fueron Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Martí y jurista es Fidel Castro. "Pero fíjese que en esto hay una secuencia lógica no casual, sino causal y lo demuestra la propia afirmación fidelista de que en Cuba ha habido una sola Revolución, la iniciada en 1868 y continuada en 1959.
"Evoco el hecho de que Cuba ha tenido, desde la época mambisa hasta hoy, una pléyade de grandes juristas. Los 10 000 que actúan hoy en todo el país, son sus herederos legítimos en la base, en los municipios, provincias y en la nación."
Comenta que uno de los primeros aportes de los juristas en la manigua fue hacer constituciones como, por ejemplo, la de Jimaguayú. Del espíritu de esas leyes se nutrió la Constitución de 1976, que por venir de una base social sólida, sigue siendo válida ahora.
"Indigna lo dicho en Miami por el señor W. En la Cuba de antes hubo constituciones, pero todas se violaron, la letra iba por una parte y la vida por otra. Bush habla de democracia, pero de la representativa, hoy en crisis en toda América Latina, porque donde hay hambre, enfermedad, miseria, desempleo, analfabetismo, incultura, niños sin maestros ni escuelas ni médicos, no puede haber democracia."
"Ignora W. que el enciclopedista Juan Jacobo Ruseau, uno de los teóricos de la Revolución Francesa, dijo que nadie puede ejercer la representatividad de otro. E ignora también que nosotros, los cubanos, somos nuestros propios representantes, porque nuestra democracia, la de los muchos, es participativa."
"La democracia de que habla el Emperador W. no cumple el hermoso legado de Abraham Lincoln de que debe ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
"El pasado 20 de mayo Bush habló de volver a la Cuba de antes de 1959. Ignora igualmente el diferendo histórico entre Cuba y Estados Unidos. Que intervinieron en la Isla en 1898 para frenar nuestra independencia, en la época en que como dijo Raúl Roa: ‘ya se diferenciaba el ajiaco del caldo gallego’.
"Desconoce W. que en 1901, en plena Constituyente, Juan Gualberto Gómez, interpretando el sentir del pueblo cubano, alertó al referirse a la Enmienda Platt: ‘Si esto nos lo hace Estados Unidos a título de amigo, ¿qué nos haría a título de enemigo?’"
Hoy podríamos decirle a Juan Gualberto que tenía mucha razón, pues en 43 años de agresiones hemos sabido qué nos hace el imperio a título de enemigo.
"Sépase que el embajador yanqui míster Bonsal, en sus Memorias, dice que él en Cuba era el segundo personaje después del presidente Batista, lo cual es una modestia suya, porque en verdad fue el primer personaje. Y se demuestra a mediados de diciembre de 1958, cuando el otro embajador norteamericano, Smith, en su libro El cuarto piso, expresa que se sintió abochornado de pedirle al dictador que se fuera ya del país.
"Por conocer bien nuestra historia es que me indigna lo dicho por el Señor W. a la mafia sobre el terrorismo. Hay dos tipos, el de Estado y el Internacional. El de la CIA es de Estado y el de la propia mafia, es internacional. Y los dos son practicados y aupados por Estados Unidos.
"No olvido la palabra Remember esgrimida por Norteamérica cuando perdió soldados en su despojo a México en 1848 en Álamo. Su Remember cuando explotaron el Maine. Su Remember cuando Pearl Harbor, que lo conocieron antes de ocurrir. Y habría que ver qué conocía W. de las torres gemelas. Hay un proverbio italiano que reza: Se non e vero, é ven trovato, es decir: Si no es verdad, algo hay.
"En fin, todas las agresiones al mundo y a nosotros y el bloqueo criminal yanqui de más de cuatro décadas, me han recordado una formidable frase de Aristóteles de hace 2 500 años: No hay nada más monstruoso que la injusticia armada. Y yo creo que eso ha sido siempre Estados Unidos, la injusticia armada, nosotros lo sabemos bien en carne propia."

El terrorismo en el país de las "maravillas"

El terrorismo en el país de las "maravillas"
Ricardo Alarcón
En los días previos al 11 de septiembre, no era el terrorismo lo que llenaba los grandes espacios informativos que llegan a centenares de millones de personas. Otra vez, una joven interna se había convertido en el epicentro de un incesante torrente de imágenes e informaciones. Su bello rostro aparecía en los noticieros del mundo entero, que cubrían hasta el detalle numerosos aspectos de su vida, incluyendo sus supuestas intimidades con un legislador que también era perseguido día y noche por infatigables cazadores. ¿Dónde está Chandra Levy?, preguntaban en todos los idiomas las grandes cadenas transnacionales de televisión cuando esta desapareció sin dejar rastro. ¿Dónde está Chandra Levy?, repetían obedientes los medios de comunicación del mundo entero, incluyendo los de este continente, que tienen decenas de miles de desaparecidos, cuyos nombres nunca ha mencionado la CNN.
George W. Bush aparecía entonces como el presidente más cuestionado. La validez de su elección era puesta en duda, y al mismo tiempo, gran parte de los norteamericanos y casi todo el mundo, no vacilaban en tacharlo de incapaz para desempeñar el cargo. Por ese motivo, por su insólito régimen de trabajo y sus interminables vacaciones, se habían convertido en temas recurrentes dos importantes aspectos: el nivel más bajo de popularidad, y el nivel más alto de chistes que se hacían a su costa en los programas humorísticos de la televisión norteamericana, que como se sabe son los más importantes instrumentos para reflejar y formar la opinión pública de ese país.
También, cuando llegamos a septiembre, se estaba a la espera de un estudio que había recibido enorme publicidad, emprendido por los principales diarios norteamericanos. Ellos mismos lo habían convertido en noticia, al arrogarse para sí la misión de determinar quién había ganado realmente las elecciones en el estado de la Florida, contando uno a uno los votos de las personas a las que se les permitió votar en aquellas elecciones —hubo miles de norteamericanos, todos ellos negros, a los que no se les dio esa oportunidad.
No era George Bush el único político con dificultades en términos de imagen pública. A la altura del diez de septiembre se anunciaba que el senador Torricelli, estaba a punto de ser arrestado y encausado criminalmente, por una interminable lista de violaciones en materias electorales, específicamente en la recaudación de fondos.
Había también razones para que los grandes medios se hubiesen ocupado del tema del terrorismo. Por ejemplo, la decisión del Fiscal General de Estados Unidos —primero en julio, y después, en agosto—, quien puso en libertad a los dos asesinos de Orlando Letelier. Se trataba de dos individuos de origen cubano que pudieron dirigirse a su casa tranquilamente, pero prefirieron irse al local de la Fundación Nacional Cubano Americana, y hacer declaraciones públicas, conferencias de prensa, donde no dejaron de reiterar su militancia a favor de la violencia anticubana. Hubo una celebración bastante estridente en Miami, pero los grandes medios prefirieron no hacer eco, en absoluto, de esa noticia. A pesar de que la muerte de Letelier había sido un acto terrorista, sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Por primera vez, se había hecho estallar con un explosivo un automóvil en pleno centro de la capital norteamericana. No solo había muerto un chileno prominente, sino una norteamericana.
Y a pesar del hecho de que el Fiscal General, el mismo que había puesto en libertad a los dos asesinos, es la persona que se ha arrogado el derecho de mantener en prisión por tiempo indefinido a cualquier extranjero, aun cuando no haya sido objeto de una sanción judicial, esto no alcanzó mención alguna en los grandes medios norteamericanos. No debe sorprender, por tanto, que en Miami, se publique en el Nuevo Herald una declaración de principios, donde se reitera por los firmantes que van a continuar empleando contra Cuba todos los medios, sin excluir ninguno, que es una forma de incluir al terrorismo. Sobre todo cuando firma la declaración Orlando Bosch.
Otra noticia que comenzó antes del 11 de septiembre, relacionada con el terrorismo y que no ha ocupado espacio alguno en la información de los grandes medios de ese país, lo fue el juicio contra Gerardo, Ramón, René, Fernando y Tony, cinco compatriotas, cinco Héroes de la República de Cuba. Ellos fueron sometidos a un proceso judicial sin precedentes. No hay otro caso en la historia de Estados Unidos de personas acusadas de "espionaje al servicio de una potencia extranjera", que sean juzgadas allí. La práctica normal es la expulsión de esas personas hacia el país, a cuyo servicio se alegaba estaban trabajando. Se produce el juicio, en un medio como en el de Miami, en el contexto que ya he explicado, lo que supone evidentemente un proceso de carácter eminentemente político. Y con la irracional desmesura de la sentencia que se les ha impuesto.
Claramente se trataba de un operativo, cuya finalidad no es otra que mantener el control de Miami en manos de la mafia terrorista. La persecución contra nuestros compañeros se ha hecho, exclusivamente, para proteger y apoyar a los terroristas, para intimidar a quienes en Miami se oponen al terrorismo. Recuerden las declaraciones del señor Pesquera, el jefe del FBI en Miami, anunciando que seguían buscando a otras personas y que se producirían otros arrestos.
Cuando hizo esta declaración —y nosotros la denunciamos en la Asamblea Nacional antes del 11 de septiembre—, estaba manifestando la voluntad de intimidar y atemorizar a otros, que en Miami se oponen al terrorismo. Pero ahora, después del 11 de septiembre, se puede señalar el contraste entre lo que el jefe del FBI dijo que era su tarea principal, y lo que ha estado ocurriendo en Miami. Mientras el señor Pesquera se dedicaba a perseguir y a castigar a nuestros compatriotas, y a amenazar a otros, en esta misma ciudad, las personas que después fueron acusadas de ser los autores del atentado contra las Torres Gemelas, estaban allí a pesar de que, algunos de ellos, habían sido acusados desde mucho antes de pertenecer no solo al grupo de Al Qaeda, sino de haberle confesado a la policía filipina que entre sus planes estaba atacar con unos aviones las Torres de Nueva York.
Después de haber visto eso, de haber recibido el FBI esa información, estos individuos se instalaron en Miami, contrataron los servicios de una academia de aviación de esa ciudad, y allí, debajo de las narices del señor Pesquera, aprendieron a conducir los aviones que se convirtieron en armas mortíferas contra el pueblo de Nueva York. Lo anterior prueba que como las autoridades de esa ciudad se dedican a aterrorizar a los cubanos y apoyar a la mafia, no por casualidad Miami fue escogido para la acción del 11 de septiembre.
Muy poco de estas cosas son conocidas por el pueblo norteamericano, aunque tenga acceso a Internet, a la televisión por cable, y a revistas de circulación por cable. No olvidar que allá rige el criterio de Mark Twain, quien escribió hace más de un siglo: "Por voluntad de Dios, tenemos en nuestro país estas tres cosas indeciblemente preciosas: libertad de expresión, libertad de conciencia, y prudencia para no ejercer jamás ninguna de las dos."
Después del 11 de septiembre, George Bush sigue sin leer un libro, sigue trabajando cinco días de nueve a cinco, continúa con sus constantes y prolongadas vacaciones, sigue siendo el fundamentalista intransigente del culto al ocio estéril y a la chabacanería, pero es ahora el jefe del planeta y el presidente más popular de la historia de Estados Unidos.
Ya nadie habla del fraude electoral del 2000. Después del 11 de septiembre el New York Times anunció que, "por patriotismo", habían decido guardar discreción sobre el resultado de sus famosas investigaciones. Torricelli, hace dos días, fue perdonado por el Fiscal General. ¿Y Chandra Levy? ¿Dónde está Chandra Levy? Sigue desaparecida, pero desapareció también de la televisión. Ya nadie pregunta dónde está Chandra Levy. Y aquel político, a quien se perseguía por todas partes porque estaba vinculado a la desaparición de esta interna, la semana pasada anunció, por supuesto, que va a presentarse nuevamente como candidato a la reelección.
La reacción norteamericana sobre el 11 de septiembre dará mucho que pensar. Es obvio que se trató de evitar desde el primer momento cualquier intento de explicar lo que había ocurrido. Primero, por la repetición de imágenes que llevaban al abismo de la desesperación. Después con la incesante retórica guerrerista, y luego con la guerra misma. Se ha repetido hasta la saciedad que se trataba de algo sin precedentes, que conmovió hasta la raíz a la sociedad norteamericana, pero que desde el primer momento fue definido como un acto de guerra, como un ataque desde el exterior. Obligaron a la gente a mirar hacia fuera, y se olvidaron de algunos datos elementales: los aviones que utilizaron eran norteamericanos; quienes se apoderaron de ellos y los lanzaron contra los objetivos, eran personas que vivían en Estados Unidos; gente que había entrado y salido de EE.UU. sin mayores dificultades, después de advertencias al FBI; ningún funcionario del gobierno ha renunciado; a nadie se le han exigido explicaciones; ningún comité legislativo se ha interesado en averiguar cómo fue posible que todas estas cosas ocurrieran en un país que tiene más de 40 agencias oficiales dedicadas a proteger su seguridad y que persigue cada día a miles de extranjeros.
No hubo cesantías ni en el FBI, ni en inmigración ni en cualquier otro de los aparatos represivos; todo lo contrario. A esos aparatos se les ha otorgado nuevas facultades y un poder extraordinario, con miles de millones de dólares adicionales agregados a su presupuesto. Todos fueron visitados por el presidente Bush, que se deshizo en elogios.
Cuando ocurre un crimen en cualquier sociedad civilizada, se produce una investigación policial, un juicio donde además de castigar a los culpables, se esclarecen los hechos y se depuran responsabilidades ante la sociedad. A partir del 11 de septiembre, sospechosamente, Bush asumió el papel de la reina, que ante el asombro de la pequeña Alicia, ordenó: "Primero la sentencia; el veredicto, más tarde." Solo que no vivimos en el País de las Maravillas, y es probable que en este caso no conozcamos el veredicto nunca. O que este, más tarde o más temprano, se convierta en algo inalcanzable.
El mensaje del 11 de septiembre
Este título de la Editorial de Ciencias Sociales, del Instituto del Libro, incluye, en estricto orden cronológico, más de 20 artículos de autores extranjeros sobre los sucesos del 11 de septiembre en Estados Unidos, antes y después del siete de octubre, fecha en que se inició la guerra contra Afganistán. Aparece, tambén, el discurso pronunciado por Fidel en la Tribuna Abierta celebrada el 22 de septiembre en San Antonio de los Baños. Ente los articulistas se encuentran importantes escritores y periodistas, que mantuvieron una posición independiente de las posiciones norteamericanas. Aquí se recogen las opiniones de José Sarmago, Eduardo Galenao, James Petras, Umberto Eco, Noam Chomsky, Mempo Giardinalli, Edward Said, entre otros. En la presentación, en la sede del Instituto del Libro, Alarcón reconoció que El mensaje del 11 de septiembre es "una muestra de atrevimiento, una muestra de rechazo al terrorismo intelectual, por quienes tratan de mantener una suerte de dictadura global, que controla y manipula los sentimientos, y que a la vez trata de impedir que la gente piense".

Por que le mienten al pueblo norteamericano- Palabras de Ricardo Alarcon

¿Por qué le mienten al pueblo norteamericano?Ricardo Alarcón de Quesada
Un muro de silencio se tiende alrededor de este caso. ¿Por qué tratan de que lo conozca el menor número de personas posible? ¿Cómo se las arreglan? ¿Por qué no hay titubeos en esta colosal censura?
Empecemos por un aspecto reciente que debería haber provocado un escándalo: la situación que enfrenta la familia de René González, desde hace ya un mes y medio, cuando el Departamento de Estado le revocó su visa a Olga Salanueva Arango, su esposa, y a su hija –quien tiene casi la edad del proceso y no ve a su padre desde que tenía cuatro meses.
Pero hay un "detallito": René González Sehwerert nació en Chicago en 1956, y es ciudadano norteamericano por nacimiento. Su hija Ivette nació en Miami, en 1998, y también es ciudadana norteamericana.
¿Quién no ha oído hablar de un tal Johnny Walker Lindh, el llamado "talibán americano"? Dicen que estaba junto a las personas o grupos armados que en Afganistán se habrían enfrentado a las tropas norteamericanas. Dicen que pertenecía a un grupo que se identifica como terrorista, y que en sus planes estaba matar norteamericanos.
Pero como él nació en EE.UU., como tiene la ciudadanía de esa raza superior, no lo enviaron a la Base de Guantánamo, ni lo recluyeron en un cuartel en Afganistán. Lo mandaron a los Estados Unidos de América para que esta persona pueda tener posibilidades de comunicación con sus abogados, contactos familiares normales. Es decir, para que se le reconociese formalmente las prerrogativas que tiene quien disfrute la ciudadanía del país que, se supone, es depositario de las mayores virtudes de la humanidad.
Sin embargo, en el caso de René, ni siquiera se consigue que un medio de los llamados informativos se dé por enterado de que, a un ciudadano norteamericano, se le está privando vergonzosamente de tener comunicación con su pequeña hija, también ciudadana norteamericana.
Si uno recuerda el tratamiento que a esa familia se le dio, puede preguntarse: ¿qué explica semejante crueldad?, ¿por qué razón el gobierno, después que logró condenar a René González y encerrarlo en una prisión injustamente, todavía hoy persigue a la esposa y a las hijas? ¿Qué puede explicar la irracionalidad de esta conducta?
La respuesta nos conduce directamente a la explicación de lo que tratan de ocultar con este proceso. La clave está en el Acta de la sesión del 14 de diciembre del 2001, durante la cual fue sentenciado René.
Entre la larga lista de cargos —en la que aparece una letanía interminable de acusaciones falaces contra Gerardo Hernández, por ejemplo—, para René solo existe una: el haber sido un agente cubano y no haberse inscripto como tal. Para este delito, la ley norteamericana prevé un marco sancionador que va desde la multa hasta un período de prisión que no puede exceder de 15 años. René González fue sancionado, sin embargo, al máximo posible.
EE.UU. ADMITE QUE PROTEGE A TERRORISTAS
Cuando se estaba discutiendo en los grandes medios norteamericanos la necesidad de que haya gente capaz de alertar acciones terroristas —lo que nuestros compatriotas hacían—, el 14 de diciembre del 2001, una jueza, tranquilamente, declara que no importa la acción terrorista, porque nada justifica la conducta errónea e ilegal de este acusado: "los actos terroristas de otros —dice— no pueden excusar la conducta errónea e ilegal de este acusado".
Pero la historia no quedó ahí. A la jueza Lenard, la Fiscalía —el Gobierno Federal— le ha pedido que se asegure de que este hombre no va a continuar "pecando" después que salga de la prisión. Él no ha sido condenado a cadena perpetua y, por tanto, saldrá en algún momento en libertad. De modo que ella le agregó la siguiente oración: "Como una condición especial adicional para su liberación supervisada, se le prohíbe al acusado asociarse con, o visitar lugares específicos, donde individuos o grupos —tales como terroristas o miembros de organizaciones que abogan por la violencia y figuras del crimen organizado— se sabe que están o frecuentan" (páginas 45-46, del Acta oficial de la Vista de Sentencia contra René González).
A tres meses de los horrendos crímenes del 11 de septiembre, el Gobierno norteamericano —representado por la Fiscalía— y su rama Judicial, reconocen que hay terroristas, que sabe quiénes son, que sabe dónde están, y nos anuncian que estarán allí al menos en los próximos 15 años.
Independientemente de las pamplinas que diga el señor Bush en torno a la guerra contra el terrorismo —recordemos esa frase que repite mucho: "quienes albergan a un terrorista, son tan culpables como el terrorista"—, tenemos todo el derecho de preguntarnos: ¿quiénes están albergando a los terroristas ahora en Miami? ¿Quiénes nos están anunciando que los van a albergar dentro de 15 años?
El odio contra René González tiene que ver con el hecho de que él es la prueba viviente de toda la falsedad de este proceso judicial, y del ensañamiento contra quien no pudieron doblegar, a pesar de que era en cierto punto de vista el más débil de los cinco acusados. Era el único que tenía allí a su esposa y a sus hijas; esposa que fue expulsada, acusada y perseguida e insultada por las calles de Miami, que fue arrestada arbitrariamente y encerrada en una prisión, mientras la amenazaban con secuestrarle a su hija menor. Todo esto porque ni ella ni él se prestaron a "colaborar".
El viernes 14 de diciembre del 2001 René González rindió un homenaje al espíritu de Ignacio Agramonte, homenaje discreto porque eran pocos los testigos, pero de una profundidad y fortaleza como una roca. Lo hizo cuando dijo esta frase: "si tuve que venir a juicio, fue por solidaridad con mis hermanos."
Él no tenía por qué estar allí; él podía no haber sido acusado. Todos los días hay casos de agentes en Estados Unidos. Pero quiso ir para que se supiera la verdad, y para defender a los otros. Él era la prueba más evidente e incuestionable de la falsedad de los principales cargos y de la peor acusación manipulada por los medios, en ese ambiente miamense de campaña que no cesó un instante desde el incidente del 24 de febrero de 1996, por el cual levantaron esa infame acusación contra Gerardo Hernández de asesinato en Primer Grado —es decir, con premeditación, con alevosía.
¿Qué mejor prueba de que Gerardo Hernández no tenía la menor intención de matar a nadie de Hermanos al Rescate que el hecho de que no aparezca por ninguna parte la indicación para cometer un crimen? René González, que se supone cumplía sus órdenes, jamás recibió la indicación de molestar ni al señor Basulto, ni a sus compinches, y visitaba sus casas, tripulaba sus aviones, tenía acceso a los hangares, a los depósitos del combustible, a los talleres... Le sobraron las oportunidades, pero nadie pudo alegar ni siquiera un insulto o un maltrato. Nada.
Esa acusación fundamental, que va a envilecer todo el proceso en Miami, que sería un elemento catalizador para movilizar a toda la chusma anexionista; el cargo más grave es a la vez el más débil. Y lo es porque René González, que era el único que hubiera podido servir para fabricar una acusación totalmente indigna, totalmente falaz contra Gerardo, no se prestó a ello. Y eso no se lo han perdonado, ni se lo van a perdonar.
SI ALGO FALTÓ EN EL JUICIO FUE LA JUSTICIA
La falsedad de ese cargo está en este otro documento de 50 páginas, la Petición de emergencia de la Fiscalía a la Corte de Apelaciones de Atlanta, presentada el 30 de mayo del 2001, cuando concluyen las deliberaciones del Tribunal, poco antes de que se reuniera el Jurado para "deliberar" y emitir un veredicto. El Gobierno de Estados Unidos, a través de sus fiscales, hizo algo que, según reconoce la propia Fiscalía, es altamente inusual: dirigirse a la Corte de Apelaciones para solicitarle que modifique las instrucciones que el Tribunal ha dado a los Jurados. Fundamentalmente se concentran en el llamado Cargo Tercero: la acusación de asesinato en Primer Grado.
¿Por qué lo hacen? Dice la página 21 de la Petición: "A la luz de las pruebas presentadas en este proceso, esto presenta un obstáculo insuperable para los Estados Unidos en este caso, y el resultado más probable será el fracaso de la acusación en este cargo."
La propia Fiscalía reconoce que no ha podido probar dos elementos fundamentales de la acusación contra Gerardo: 1) el haber planeado el asesinato en aguas internacionales —la llamada "jurisdicción especial de Estados Unidos"—; 2) que había sido una conspiración para cometer un crimen en Primer Grado.
Esta petición se hace por una razón muy sencilla: no es posible probarlo. La Corte de Atlanta rechazó la petición. Decidió que se mantuvieran las instrucciones tal y como estaban: el Jurado tenía que convencerse, más allá de cualquier duda, de que ocurrió en aguas internacionales —a pesar de que el Gobierno dice que no lo pudo probar—, y que el acusado cometió un crimen con todas las agravantes, a pesar de que el Gobierno dice que tampoco lo pudo probar.
Y este Jurado, sin hacer una sola pregunta, sin expresar ninguna duda —es delicioso comparar lo que pasó con lo que dijeron los fiscales que pasaría; ellos avizoraron muchas preguntas y dudas—, pero el Jurado solo dijo: el viernes, a las cuatro, venimos con el veredicto. Por unanimidad, sin ninguna duda, encontraron culpable a Gerardo Hernández de asesinato en Primer Grado, en aguas internacionales. Nadie sabe cómo se convencieron de algo que los propios acusadores estaban reconociendo por escrito ante una instancia superior que no habían podido probar y temían que el acusado fuera absuelto por tal motivo.
Algún día se sabrá la verdad de este jurado, de lo que pasó dentro de esa sala; algún día se sabrán las presiones, el soborno, las amenazas y todos los medios que utilizaron para lograr ese milagro intelectual de 12 personas pensando exactamente igual en un caso tan complejo, y encontrando culpables a estos muchachos de todo, incluido aquello que el Gobierno pidió modificar porque no había podido probar.
LA SEDE NO PODÍA FACILITAR UN JUICIO IMPARCIAL
Veamos qué dice el Acta del Proceso, en las páginas 111 y 112. El 27 de noviembre de 2000, día en que se comienza el proceso de selección del Jurado, alguien se queja porque a la entrada del salón hay camarógrafos, micrófonos, una conferencia de prensa de una señora supuestamente enlutada, supuestos familiares de las no menos supuestas víctimas de un totalmente falso crimen; un gran show que está molestando el paso de las personas que deben decidir, con total imparcialidad, en este juicio. ¿Quién se queja? La Jueza Federal designada para atender este cargo, que habla de que se ha creado un ambiente contrario al espíritu de una Corte de Justicia.
En la última sesión del juicio, el 5 de junio del 2001 (páginas 14 644-14 646 del Acta), alguien habla de que los jurados, preparados para ir a deliberar, no solo estaban siendo "cazados" afuera, sino que hay cámaras que los persiguen hasta las escaleras, al elevador interior del edificio, y además, están preocupados porque los persiguen hasta que llegan al estacionamiento y le filman la chapa del carro. En una sociedad en la que el alma es el automóvil, esta es una información clave. Por la placa se determina enseguida quién es, qué hace, dónde está.
Esta vez la señora Lenard, la jueza en sesión oficial del Tribunal, afirmó que "los miembros del jurado están preocupados porque están siendo presionados y filmados". Eso dice, textualmente. Cuando se reconoce algo así, uno hubiera esperado una reacción obvia: anular todo aquello. Pero no. La señora, simplemente, se quejó y no tomó medida alguna.
Señaló también —página 14 646— que estas no eran cámaras cualquieras, sino de la llamada TV Martí, televisora de una agencia del Gobierno Federal. Quien estaba amedrentando a miembros del jurado no eran periodistas díscolos que se cuelan donde no deben, sino asalariados del servicio de información del Gobierno de Estados Unidos.
La verdad, la entraña de este proceso es que no buscó otra cosa que salvar a grupos terroristas. La propaganda norteamericana, supuestamente libre, no se equivocó ni una sola vez en este proceso. Pusieron un manto de silencio en este caso, porque sabían que los norteamericanos llegarían por este camino a comprender algo atroz: el gobierno que pone al mundo al borde de la guerra, que la desata, que crea una mentalidad guerrerista, que cercena libertades, que amenaza a ciudadanos de ese país todos los días como parte de una supuesta pelea contra el terrorismo, es el mismo que hoy está amparando a elementos terroristas que no solo cometieron crímenes en Cuba, contra los cubanos. Es larga la lista de norteamericanos que han perdido la vida, cuyas propiedades han sido destruidas y que viven amenazados por estos grupos. Grupos que están dentro de EE.UU. y que actuarán allí sin tropiezos por lo menos durante los próximos 15 años, según testimonio de la jueza Lenard frente al caso de René González.
Con ellos se reunió el 20 de mayo último el Presidente norteamericano. Muy cerca de él, en la tribuna y en primera fila, estaban algunos de los más connotados terroristas que operan en Miami, como Orlando Bosch —esta clasificación del más connotado no es mía, sino del Departamento de Justicia de Estados Unidos—, algo que sin dudas no les conviene para nada reconocer y explicar a la opinión pública norteamericana. No les conviene porque tendrían que matizar la famosa frase de Bush: "aquellos que albergan un terrorista son tan culpables como el terrorista mismo"..., excepto que sean "mis terroristas, mis amigos terroristas".

Nueva Maniobra Anticubana con los ]Cinco

Junio 2, 2008
Caso de los Cinco entre las violaciones de derechos humanos del Gobierno de Estados Unidos El pasado 28 de mayo, Amnistía Internacional dio a conocer su informe anual del 2008 en cuyo capítulo referido a las violaciones de derechos humanos cometidas por el Gobierno de Estados Unidos incluye el caso de René González, Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, quienes desde hace 10 años se encuentran cumpliendo condenas en ese país que suman 4 cadenas perpetuas más 77 años. Su caso se encuentra en apelación desde el año 2001.En esta ocasión, Amnistía no se limita sólo a denunciar la negativa de visas a dos de las esposas, Olga Salanueva y Adriana Pérez, como había hecho en sus anteriores informes desde el 2003, sino que también aborda la dilación del proceso de apelación y los argumentos presentados por la defensa en lo relativo a la insuficiencia de evidencia y la conducta impropia de la Fiscalía como parte de sus señalamientos al sistema judicial de Estados Unidos. Desde el año 2002 Amnistía Internacional se ha dirigido en reiteradas ocasiones a las autoridades estadounidenses pidiendo que le sean concedidas las visas a Olga y Adriana, cuya negación ha calificado de “ una medida punitiva innecesaria y contraria a las normas sobre el trato humano debido a los presos y a la obligación que tienen los Estados de proteger la vida familiar.”Este pronunciamiento de Amnistía en su informe del 2008 se suma a las denuncias realizadas por muchas otras Organizaciones entre las que se destacan el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, el Parlamento Europeo, Parlamentos nacionales y regionales, Parlamentarios, organizaciones religiosas como el Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo de Iglesias de Cristo de los Estados Unidos, así como personalidades de todo el mundo.INFORME A.I. 2008En agosto se celebró la vista oral de un recurso en la causa de los cinco ciudadanos cubanos condenados en Miami en junio de 2001, entre otros cargos, por conspirar para actuar como agentes de la República de Cuba (Estados Unidos v. Gerardo Hernández et al.). Entre los fundamentos del recurso figuraban la falta de pruebas y las declaraciones al parecer impropias realizadas por la fiscalía durante el juicio. La decisión de la Corte de Apelaciones aún no se había hecho pública al término de 2007. El gobierno estadounidense seguía negando a las esposas de dos de los presos los visados necesarios para visitarlos en la cárcel.