viernes, 17 de julio de 2009

La estrategia de retroceso de Obama: Honduras, Iran, Pakistan, Afganistán (y el efecto boomerang)

Los recientes acontecimientos en Honduras e Irán, que enfrentan a regímenes elegidos democráticamente con actores civiles y militares pro-estadounidenses decididos a derrocarlos, se pueden entender mejor como parte de una estrategia más amplia de la Casa Blanca designada para hacer retroceder* los logros de los gobiernos y movimientos de oposición durante los años Bush.

De una manera que recuerda las políticas de la Nueva Guerra Fría de Ronald Reagan, Obama ha aumentado enormemente el presupuesto militar, el número de tropas de combate, ha marcado nuevas regiones como objetivo de la intervención militar y respaldado golpes militares en regiones tradicionalmente controladas por Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de retroceso de Obama tiene lugar en un contexto interno e internacional muy diferente. A diferencia de Reagan, Obama se enfrenta a una profunda y prolongada recesión/depresión, a déficits fiscales y comerciales generalizados, a un papel cada vez menor en la economía mundial y a una pérdida de dominio político en América Latina, Oriente Próximo, este de Asia y otros lugares. Mientras que Reagan se enfrentó a un decadente régimen comunista soviético, Obama se enfrenta a una creciente oposición a escala mundial desde una variedad de regímenes electorales independientes laicos, clericales, nacionalistas, democrático liberales y socialistas, y de movimientos sociales anclados en luchas locales.

La estrategia de retroceso de Obama es evidente desde sus primeras declaraciones en las que prometía reafirmar el dominio (‘liderazgo’) estadounidense en Oriente Próximo, su proyección de potencia militar generalizada en Afganistán y de expansión militar a Pakistán, y la desestabilización de regímenes a través una profunda intervención por medio de terceros, como en Irán y Honduras.

El hecho de que Obama persiga la estrategia de retroceso opera en una multifacética política de abierta intervención militar, de operaciones encubiertas a través de la ‘sociedad civil’ , de una retórica diplomática aparentemente benigna de sutil persuasión que depende en mucho de la propaganda mediática. Los importantes acontecimientos que se están desarrollando actualmente ilustran las políticas de retroceso puestas en marcha.

En Afganistán Obama ha más que duplicado el número de fuerzas militares estadounidenses que han pasado de 32.000 a 68.000. Durante la primera semana de julio sus comandantes militares emprendieron la mayor ofensiva militar única desde hace décadas en la provincia del sur afgano de Helmand para desplazar a la resistencia y al gobierno indígena.

En Pakistán el régimen Obama-Clinton-Holbrooke ejerció con éxito la máximo presión sobre el recién instalado régimen cliente de Zedari para emprender una ofensiva militar masiva y hacer retroceder a las fuerzas de la resistencia islámica operativas desde hace mucho tiempo en las regiones fronterizas del noroeste, mientras los drones [aviones teledirigidos] y los comandos de las fuerzas especiales estadounidenses bombardean y asaltan rutinariamente los pueblos y a los dirigentes locales pastún sospechosos de apoyar a la resistencia.

En Iraq, el régimen de Obama emprende el ridículo complot de reconfigurar el mapa urbano de Bagdad para incluir bases militares y operaciones estadounidenses, y hacer pasar el resultado por “retirar las tropas a sus barracas”. La multimilmillonaria inversión a largo plazo de Obama, su infraestructura militar a larga escala, incluyendo bases, campos de aviación e instalaciones, habla de una presencia imperial ‘permanente’, no de sus promesas de campaña de una retirada programada. Mientras que ‘la puesta en escena’ de elecciones fijas entre candidatos que son clientes certificados por Estados Unidos es la norma en Iraq y Afganistán, donde la presencia de tropas estadounidenses garantiza una victoria colonial, en Irán y Honduras Washington recurre a operaciones encubiertas para desestabilizar o derrocar a los presidentes en ejercicio que no apoyan las políticas de retroceso de Obama.

La operación encubierta y no tan visible en Irán encontró su expresión en un fracasado desafío electoral seguido de ‘manifestaciones masivas en las calles’ centradas en la afirmación de que la victoria electoral del anti-imperialista presidente en ejercicio Mahmoud Ahmadinejad fue el resultado de un ‘fraude electoral’. Los medios de comunicación de masas occidentales desempeñaron un papel fundamental durante la campaña electoral al proporcionar una cobertura favorable exclusivamente de la oposición y aspectos negativos del régimen en ejercicio. Los medios de comunicación de masas recubrieron las ‘noticias’ con propaganda a favor de los manifestantes al presentar selectivamente la cobertura para deslegitimar las elecciones y a los altos cargos electos, y hacerse eco de las acusaciones de ‘fraude’. El éxito de propaganda de la campaña de desestabilización orquestada por Estados Unidos incluso encontró un eco entre amplias secciones de lo que pasa por la ‘izquierda’ estadounidense la cual ignora la enorme financiación coordinada por Estados Unidos de grupos y políticos iraníes clave involucrados en las protestas en las calles. ‘Periodistas free-lance’ neo-conservadores, liberales e izquierdistas itinerantes, como Reese Erlich, defendieron la campaña de desestabilización desde su propio punto de vistas estratégico particular como ‘un movimiento democrático popular contra el fraude electoral’.

Los animadores de derecha/izquierda de los proyectos de desestabilización estadounidenses no consideraron varios factores explicativos clave:

1. Por ejemplo, ninguno de ellos habló del hecho de que varias semanas antes de las elecciones un riguroso estudio dirigido por dos encuestadores estadounidenses había revelado unos resultados electorales muy cercanos al resultado real de las elecciones, incluidas las provincias étnicas en las que la oposición afirmó que había habido fraude.

2. Ninguno de los críticos habló de los 400 millones de dólares concedidos por la administración Bush para financiar el cambio de régimen, la desestabilización interna y las operaciones terroristas transfronterizas. Muchos de los estudiantes y de las ONG de la ‘sociedad civil’ en las manifestaciones recibieron fondos de fundaciones y ONG extranjeras, financiadas a su vez por el gobierno estadounidense.

3. Las acusaciones de fraude electoral se elaboraron después de que se anunciaran los resultados de las elecciones. Durante todo el periodo previo a las elecciones, especialmente cuando las oposición creían que iba a ganarlas, ni los estudiantes que luego se manifestaron ni los medios de comunicación de masas occidentales ni los periodistas freelance hablaron de un fraude inminente. Durante todo el día de las elecciones, con observadores de la oposición en cada colegio electoral, ni los medios de comunicación ni los observadores internacionales y los izquierdistas que apoyaban a la oposición señalaron que se hubiera intimidado a los votantes o hubiera habido fraude. Los observadores de los partidos de la oposición estuvieron presentes para controlar todo el proceso de recuento de votos y, sin embargo, sólo con raras excepciones, no hubo entonces afirmaciones de pucherazo. De hecho, excepto una dudosa afirmación del periodista free-lance Reese Erlich, ninguno de los medios de comunicación del mundo afirmó que hubiera habido más votos de los censados. E incluso se admitió que las afirmaciones de Erlich se basaban en ‘relatos anecdóticos’ de fuentes anónimas entre sus contactos en la oposición.

4. Durante la primera semana de protestas en Teherán los dirigentes estadounidenses, los de la Unión Europea y los israelíes no cuestionaron la validez del resultado de las elecciones. En cambio condenaron la represión de los manifestantes por parte del régimen. Evidentemente, sus bien informados operativos de inteligencia y embajadas proporcionaron una valoración más acertada y sistemática de las preferencias de los votantes iraníes que la propaganda urdida por los medios de comunicación de masas occidentales y los tontos útiles entre la izquierda anglo-estadounidense.

La oposición electoral y en las calles respaldada por Estados Unidos en Irán fue diseñada para llevar al límite una campaña de desestabilización, con la intención de hacer retroceder la influencia iraní en Oriente Próximo, minar la oposición de Teherán a la intervención militar estadounidense en el Golfo, a su ocupación de Iraq y, sobre todo, el desafío por parte de Irán a la proyección de poder militar de Israel en la región. Durante años la política y la propaganda anti-iraní ha estado fuertemente influenciada a diario por toda la configuración de poder en favor de Israel existente en Estados Unidos. Esto incluye a 51 presidentes de las principales organizaciones judías de Estados Unidos con más de un millón de miembros y varios miles de funcionarios a tiempo completo, multitud de escritores y comentaristas que dominan las páginas de opinión tanto de los influyentes Washington Post, Wall Street Journal, New York Times como de la prensa amarilla.

La política de Obama de hacer retroceder la influencia iraní se basó en un proceso en dos etapas: apoyar a una coalición de disidentes del clero, liberales pro-occidentales, disidentes demócratas y derechistas vicarios de Estados Unidos. Una vez que llegaran el poder, Washington empujaría a los clérigos disidentes a alianzas con sus aliados estratégicos entre los liberales y derechistas pro-occidentales, que entonces cambiarían la política de acuerdo con los intereses imperialistas estadounidenses y coloniales israelíes cortando el apoyo a Siria, Hizbola, Hamás, Venezuela, la resistencia iraquí y abrazando a los clientes saudí-iraquí-jordanos pro-estadounidenses. En otras palabras, la política de retroceso de Obama está diseñada para volver a situar a Irán en su alineamiento político anterior a 1979.

La [estrategia] por parte de Obama de hacer retroceder a regímenes electos críticos para imponer clientes acomodaticios encuentra otra expresión en el reciente golpe militar en Honduras. El uso del alto mando del ejército de Honduras y de los viejos vínculos de Washington con la oligarquía local, que controla el Congreso y el Tribunal Supremo, facilitó el proceso y obvió la necesidad de una intervención directa estadounidense —como fue el caso en otras recientes campañas golpistas. A diferencia de Haití donde hace sólo una década intervinieron los marines estadounidenses para derrocar al democráticamente elegido Bertrand Aristide y respaldaron abiertamente el fallido golpe contra el presidente Chávez en 2002 y, más recientemente, financiaron el chapucero golpe contra el presidente electo Evo Morales en septiembre de 2008, las circunstancias de la implicación estadounidense en Honduras fueron más discretas para posibilitar un ‘desmentido creíble’.

La ‘presencia estructural’ y los motivos de Estados Unidos en relación al derrocado presidente Zelaya son fácilmente identificables. Históricamente Estados Unidos ha adiestrado y ha tratado con prácticamente todo el cuerpo de oficiales de Honduras y ha mantenido una profunda penetración en todos los altos niveles gracias a consultas diarias y a una planificación estratégica común. A través de su base militar en Honduras los agentes de la inteligencia militar del Pentágono mantienen estrechos contactos tanto para llevar a cabo las políticas como para seguir la pista de todos los movimientos políticos por parte de todos los actores políticos. Como Honduras está tan fuertemente militarizada ha servido de importante base para la intervención militar estadounidense en la región: en 1954 se lanzó desde Honduras el golpe con éxito respaldado por Estados Unidos contra el presidente guatemalteco elegido democráticamente. En 1960 se lanzó desde Honduras la invasión del exilio cubano orquestada por Estados Unidos. Desde 1981 a 1989 Estados Unidos financió y adiestró a más de 20.000 mercenarios de la ‘contra’ en Honduras que integraban el ejército de escuadrones de la muerte para atacar al gobierno sandinista nicaragüense elegido democráticamente. Durante los primeros siete años del gobierno de Chávez los regímenes hondureños se aliaron incondicionalmente a Washington en contra del regimen popular de Caracas.

Obviamente, nunca ha habido o podría haber un golpe militar contra ningún régimen títere de Estados Unidos en Honduras. La clave del cambio de la política estadounidense en relación a Honduras se produjo en 2007-2008 cuando el presidente liberal Zelaya decidió mejorara las relaciones con Venezuela para asegurar el generoso subsidio de petróleo y la ayuda exterior de Caracas. Posteriormente Zelaya entró en ‘Petro-Caribe’, una asociación del Caribe y Centroamérica organizada por Venezuela para suministrar petróleo y gas a largo plazo y bajo coste para satisfacer las necesidades de los países miembro. Más recientemente, Zelaya se unió al ALBA, una organización de integración regional patrocinada por el presidente Chávez para promocionar más intercambios comerciales e inversiones entre sus países miembro en oposición al pacto de libre mercado promovido por Estados Unidos conocido como el ALCA.

Dado que Washington considera a Venezuela una amenaza y una alternativa a su hegemonía en América Latina, el alineamiento de Zelaya con Chávez en cuestiones económicas y su postura crítica respecto a la intervención estadounidense lo convirtieron en un objetivo probable de los planificadores de golpes estadounidenses deseosos de convertir a Zelaya en un ejemplo y preocupados por su acceso a las bases militares hondureñas, tradicional punto de lanzamiento de su intervención en la región.

Washington asumió equivocadamente que un golpe en una pequeña ‘república bananera’ (de hecho, la república bananera original) en Centroamérica no provocaría ninguna protesta importante. Creyeron que el ‘retroceso’ centroamericano serviría de advertencia a otros regímenes con mentalidad independiente en la región del Caribe y Centroamérica de lo que les espera si se alienan con Venezuela.

La mecánica del golpe es bien conocida y pública: el ejército hondureño secuestró al presidente Zelaya y lo “exilió” a Costa Rica, los oligarcas nombraron “presidente” a uno de los suyos en el Congreso, mientras sus colegas del Tribunal Superior de Justicia proporcionaban un falaz argumento legal.

Los gobiernos de América Latina, desde la izquierda a la derecha, condenaron el golpe y reclamaron el restablecimiento del presidente legalmente elegido. El presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton, que no estaban dispuestos a renegar de sus clientes, condenaron la violencia sin más especificaciones y pidieron negociaciones entre los poderosos usurpadores y el debilitado presidente en el exilio —un claro reconocimiento del papel legítimo de los generales hondureños como interlocutores.

Una vez que la Asamblea General de Naciones Unidas condenó el golpe y que la Organización de Estados Americanos (OEA) exigió la restitución de Zelaya, Obama y la secretaria Clinton condenaron finalmente el derrocamiento de Zelaya, aunque se negaron a llamarlo “golpe”, lo que de acuerdo con la legislación de EEUU habría dado lugar automáticamente a una suspensión total de su paquete anual de ayuda militar y económica (80 millones de dólares) a Honduras. Mientras que Zelaya se reunió con todos los jefes de Estado latinoamericanos, el presidente Obama y la secretaria Clinton le remitieron a un funcionario de rango menor a fin de no debilitar a sus aliados de la Junta de Honduras. Todos los países de la OEA retiraron a sus embajadores, salvo Estados Unidos, cuya embajada comenzó a negociar con la Junta para ver cómo se podría salvar la situación en la que ambos se encontraban cada vez más aislados —especialmente ante el hecho de la expulsión de Honduras de la OEA.

Que Zelaya regrese finalmente a su puesto o que la Junta respaldada por Estados Unidos continúe en el cargo durante un periodo prolongado de tiempo mientras Obama y Clinton sabotean su regreso inmediato a través de prolongadas negociaciones, la cuestión clave de la estrategia de retroceso promovida por Estados Unidos ha sido extremadamente costosa desde el punto de vista diplomático y político.

El golpe en Honduras respaldado por Estados Unidos demuestra que, a diferencia de la década de 1980, cuando el presidente Ronald Reagan invadió Granada y el presidente George Bush (padre) invadió Panamá, la situación y el perfil político de América Latina (y del resto del mundo) han cambiado drásticamente. Entonces los militares y los regímenes pro-estadounidenses de la región aprobaron en general las intervenciones de Estados Unidos y colaboraron; algunos protestaron ligeramente. Hoy en día, el centro-izquierda, e incluso los regímenes electorales de la derecha, se oponen a los golpes militares en cualquier parte [porque los ven] como una amenaza potencial para su propio futuro.

Es igualmente importante que, habida cuenta de la grave crisis económica y del aumento de la polarización social, lo último que quieren los correspondientes regímenes es un sangrante malestar interno estimulado por crudas intervenciones imperiales de Estados Unidos. Por último, las clases capitalistas de los países latinoamericanos de centro-izquierda quieren estabilidad porque pueden cambiar el equilibrio de poder a través de las elecciones (como en los recientes casos de Panamá y Argentina) y los regímenes militares favorables a Estados Unidos pueden alterar sus crecientes lazos comerciales con China, Oriente Próximo y Venezuela/Bolivia.

La estrategia de retroceso global de Obama incluye la construcción de bases de misiles en Polonia y la República Checa, no muy lejos de la frontera con Rusia. Obama está empujando fuerte para incorporar a Ucrania y a Georgia en la OTAN, lo que aumentará la presión militar de Estados Unidos en el flanco sur de Rusia. Aprovechando la “plasticidad” del presidente ruso Dimitry Medvedev (siguiendo las huellas de Mikail Gorbechov), Washington se ha asegurado el libre paso de tropas y armamento estadounidenses a través de Rusia hasta el frente afgano; la aprobación de Moscú de nuevas sanciones contra Irán, y reconocimiento y apoyo al régimen tutelado de EEUU en Bagdad. Los responsables de Defensa rusos cuestionarán probablemente el obsequioso comportamiento de Medvedev en cuanto Obama avance en su proyecto de estacionar misiles nucleares a cinco minutos de Moscú.

Hacer retroceder: fallos predecibles y efecto boomerang

La estrategia de retroceso de Obama cuenta con un renacimiento de políticas derechistas de masas para legitimar la reafirmación del dominio estadounidense. A lo largo de 2008 en Argentina cientos de miles de manifestantes de clase media y baja salieron a las calles en el interior del país bajo la dirección de las asociaciones de grandes terratenientes pro-estadounidenses para desestabilizar el régimen de centro-izquierda de Fernández. En Bolivia, cientos de miles de estudiantes de clase media, empresarios, propietarios y afiliados a ONG, tomaron Santa Cruz y otras cuatro provincias ricas y, bien financiados por el embajador Goldberg, por la Agencia para el Desarrollo Internacional y la Donación Nacional para la Democracia se lanzaron a las calles, generando el caos y asesinando a 30 indígenas seguidores del presidente Morales en un intento de expulsarle del poder. Similares manifestaciones masivas de derechas han tenido lugar en el pasado en Venezuela y más recientemente en Honduras y en Irán.

La idea de que las manifestaciones masivas de sectores acomodados gritando “democracia” da legitimidad a los intentos deslegitimadores de EEUU contra sus adversarios democráticamente elegidos es una idea promulgada por cínicos propagandistas en los medios de comunicación y repetida como loros por crédulos y “progresistas” periodistas free-lance que nunca han entendido los fundamentos de clase en la política de masas.

El golpe hondureño de Obama y el esfuerzo de desestabilización financiado por Estados Unidos en Irán tienen mucho en común. Ambos tienen lugar en contra de los procesos electorales en los que los críticos de las políticas de Estados Unidos derrotaron a las fuerzas sociales favorables a Washington. Habiendo perdido la “opción electoral”, la estrategia de retroceso de Obama trata de que la política extraparlamentaria de masas legitime los intentos de la elite para hacerse con el poder: en Irán a través de clérigos disidentes, y en Honduras por los generales y oligarcas.

Tanto en Honduras como en Irán, los objetivos de la política exterior de Washington eran los mismos: hacer retroceder a los regímenes cuyos dirigentes rechazaron la tutela de Estados Unidos. En Honduras, el golpe sirve de “lección” para intimidar a otros países centroamericanos y del Caribe que se han salido de la órbita de Estados Unidos y se han unido a los programas de integración económica encabezados por Venezuela. El mensaje de Obama es claro: esos movimientos tendrán como resultado el sabotaje orquestado de Estados Unidos y sus represalias.

A través de su apoyo al golpe militar, Washington recuerda a todos los países de América Latina que Estados Unidos todavía tiene capacidad para aplicar sus políticas a través de las elites militares latinoamericanas, a pesar de que sus propias fuerzas armadas están atadas de pies y manos en guerras y ocupaciones en Asia y Oriente Próximo, y de que su presencia económica esté disminuyendo. Del mismo modo, en Oriente Próximo, la desestabilización del régimen iraní por parte de Obama está destinada a intimidar a Siria y a otros críticos de la política imperial de Estados Unidos, y a tranquilizar a Israel (y a quienes configuran el poder sionista en Estados Unidos) respecto a que Irán sigue ocupando un lugar importante en su agenda de retrocesos.

La política de Obama de hacer retroceder sigue los pasos, en muchos sentidos cruciales, del presidente Ronald Reagan (1981-1989). Al igual que Reagan, la presidencia de Obama tiene lugar en un momento de retirada estadounidense, de disminución de poder y de avance de la política anti-imperialista. Reagan hizo frente a las secuelas de la derrota de Estados Unidos en Indochina, al éxito de la difusión de las revoluciones anti-coloniales en el sur de África (especialmente Angola y Mozambique), al éxito de la rebelión democrática en Afganistán, a una victoriosa revolución social en Nicaragua y a grandes movimientos revolucionarios en El Salvador y Guatemala. Al igual que hoy Obama, Reagan puso en marcha una estrategia militar asesina para hacer retroceder estos cambios a fin de socavar, desestabilizar y destruir a los adversarios del imperio de Estados Unidos.

Obama se enfrenta a un conjunto similar de condiciones adversas en la actual era post-Bush: avances democráticos en toda América Latina con nuevos proyectos de integración regional que excluyen a Estados Unidos; derrotas y estancamientos en Oriente Próximo y en Asia meridional; una proyección de poder ruso reactivado y fortalecido en las repúblicas ex–soviéticas; la disminución de la influencia de Estados Unidos en los compromisos militares de la OTAN; una pérdida de credibilidad política, económica, militar y diplomática como resultado de la depresión económica mundial inducida por Wall Street y la prolongación sin éxito de guerras regionales.

Al contrario que la de Obama, la estrategia de retroceso de Ronald Reagan tuvo lugar bajo circunstancias favorables. En Afganistán, Reagan consiguió el apoyo de todo el mundo musulmán conservador y operó a través de los feudales dirigentes tribales afganos, que resultaron ser clave, contra un régimen reformista, de base urbana y respaldado por los soviéticos en Kabul. Obama está en la posición inversa en Afganistán. La vasta mayoría de los afganos y la inmensa mayoría de la población musulmana en Asia se oponen a su ocupación militar.

La estrategia de retroceso de Reagan en Centroamérica, especialmente su invasión mercenaria de la Contra en Nicaragua, contó con el apoyo de Honduras y de todas las dictaduras militares pro-estadounidenses en Argentina, Chile, Bolivia y Brasil, así como de los gobiernos civiles de derechas de la región. En contraste, el golpe de reversión de Obama en Honduras y en el exterior se enfrenta con regímenes electorales democráticos en toda la región, una alianza de regímenes nacionalistas de izquierda encabezada por Venezuela y organizaciones regionales económicas y diplomáticas firmemente opuestas a cualquier retroceso a la dominación y a la intervención de Estados Unidos. La estrategia de retroceso de Obama se halla ante un absoluto aislamiento político en toda la región.

La política de hacer retroceder de Obama no puede ejercer la “mano dura” económica para obligar a los regímenes en Oriente Próximo y Asia a que apoyen sus políticas. Ahora existen mercados asiáticos alternativos, inversiones extranjeras de China, la profundización de la depresión estadounidense y la desinversión en el exterior de bancos y multinacionales de Estados Unidos. A diferencia de Reagan, Obama no puede combinar la zanahoria económica con el palo militar. Obama tiene que recurrir a la opción militar menos eficaz y menos costosa en un momento en que el resto del mundo no tiene ningún interés ni voluntad de proyectar poder militar en regiones de escasa importancia económica o a cuyos mercados se puede acceder a través de acuerdos económicos.

El lanzamiento de la estrategia global de retroceso de Obama ha tenido un efecto boomerang incluso en su fase inicial. En Afganistán, la gran acumulación de tropas y la ofensiva masiva contra las plazas fuertes de los “talibán” no ha dado lugar a grandes victorias militares, ni siquiera a enfrentamientos. La resistencia se ha retirado, mezclada con la población local, y probablemente recurra a una guerra de desgaste prolongada, descentralizada y a pequeña escala, diseñada para comprometer a varios miles de efectivos militares en un mar hostil de afganos, sangrando la economía de Estados Unidos, aumentando sus bajas sin resolver nada y, eventualmente, probando la paciencia de la opinión pública estadounidense profundamente inmersa en la actualidad en las pérdidas de puestos de trabajo y en la rápida disminución del nivel de vida.

El golpe llevado a cabo por los militares hondureños y respaldado por Estados Unidos ya ha reafirmado el aislamiento político y diplomático estadounidense en el Hemisferio. El régimen de Obama es el único de los países importantes que ha mantenido a su embajador en Honduras, el único país que se niega a considerar el golpe militar como un “golpe”, y el único que mantiene la ayuda económica y militar. Más que establecer un ejemplo del poder de Estados Unidos para intimidar a los países vecinos, el golpe ha reforzado la convicción entre todos los países de Sudamérica y Centroamérica de que Washington está tratando de volver a los “viejos malos tiempos” de regímenes militares pro-estadounidenses, al saqueo económico y a los mercados monopolizados.

Lo que los asesores de política exterior de Obama no han logrado entender es que no pueden poner a sus “Humpty Dumpty”** juntos de nuevo; que no pueden volver a la época de [la estrategia de] retroceso de Reagan, de los bombardeos unilaterales contra Iraq, Yugoslavia y Somalia, de Clinton, ni a su saqueo de América Latina.

Ninguna región, país o alianza de importancia seguirá a Estados Unidos en su ocupación colonial armada en países de la periferia (Afganistán/Pakistán) o incluso centrales (Irán) aunque se unan a Estados Unidos en las sanciones económicas, las guerras y los esfuerzos de desestabilización electoral en contra de Irán.

Ningún país latinoamericano tolerará otro golpe militar de Estados Unidos contra un presidente democráticamente elegido, incluso los regímenes nacionales populistas que divergen de la política económica y diplomática estadounidense. El gran temor y el horror ante el golpe respaldado por Estados Unidos se deriva del recuerdo por parte de toda la clase política latinoamericana de la pesadilla de los años de dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos.

La ofensiva militar de Obama, su estrategia de hacer retroceder para recuperar el poder imperial, está acelerando el declive de la República Estadounidense. El aislamiento de su administración se pone cada vez más de manifiesto por su dependencia de los “Israel primero” que ocupan su administración y el Congreso, así como los influyentes expertos pro-israelíes en los medios de comunicación que identifican el retroceso con la propia confiscación de tierras palestinas por parte de Israel y las amenazas militares a Irán.

El retroceso tiene efecto boomerang. En vez de recuperar la presencia imperial, Obama ha sumergido la República y, con ella, al pueblo estadounidense en una mayor miseria e inestabilidad.

Los libros más recientes de lames Petras son Whats Left in Latin America, del que es co-autor junto con Henry Veltmeyer (Ashgate press 2009) y Global Depression and Regional Wars (Clarity press 2009 –agosto).

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(*) N de las t.: El título en ingles reza: “Obama's Rollback Strategy: Honduras, Iran, Pakistan, Afghanistan (and the Boomerang Effect)” en el que ‘rollback’ se utiliza con el significado que adquirió durante el periodo de la Guerra Fría y, según el autor, “en el sentido de hacer retroceder, revertir o volver a una situación previa para recuperar espacios políticos perdidos a partir de la derrota de los que previamente ganaron”.

(**) N. de las t.: Humpty Dumpty es una famosa canción infantil en el mundo anglosajón. La cita hace referencia a lo que el autor dice a continuación, que Obama no puede reconstruir el pasado.


Golpe Militar en Honduras: ¿Es también Contra Obama?

Golpe Militar en Honduras: ¿Es también Contra Obama?

Dr. Wim Dierckxsens (Holanda) y otros*

Fuente: elpais.cr | 17/07/2009

Dos hechos, tres escenarios, la respuesta, dos premisas, dos preguntas, dos consecuencias y 5 conclusiones.
Hechos: Honduras, 7.5 millones de habitantes, uno de los países más pequeños y pobres de A. Latina (60 % de pobreza), llamada "Banana Republic" por el control absoluto que ejerció la "United Fruit Company" de USA. Base de lanzamiento de operaciones militares abiertas y encubiertas de Estados Unidos contra otros países, sede de la base militar "Soto Cano" (Palmerola)(1) de este país, historia de golpes militares apoyados desde USA. Manuel Zelaya el presidente democráticamente electo, su casa asaltada por militares la madrugada del 28 de Junio 09, el presidente secuestrado por los militares, sacado violentamente en pijamas, montado en un avión, llevado a Costa Rica y dejado en la pista, se instala un gobierno de facto, cortan energía, comunicaciones, radio y televisión a la población, imponen restricciones a la libre movilización y demás libertades, la población desarmada se moviliza en oposición al golpe, el ejercito reprime, dispara, asesina o hiere a muchos ciudadanos en protesta pacífica y desarmados, múltiples violaciones de derechos humanos. Mis "delitos" dice el presidente derrocado:
a.- Proponer una consulta a la población sobre si desea agregar una urna en las próximas elecciones presidenciales y preguntar al pueblo si desea o no revisar la constitución de la República y
b.- Promover tímidas reformas sociales. A posteriori le acusan los golpistas de otros delitos que nunca presentaron como correspondía en el marco del estado de derecho de ese país. Los cómplices inmediatos, un grupo de políticos y ricos empresarios. El país paralizado por el movimiento popular, los golpistas aislados por la comunidad internacional.
Hechos: América Latina: Históricamente gobernada por dictaduras militares y golpes de estado dirigidos por los distintos gobiernos de Estados Unidos, en las últimas décadas evoluciona a la instalación de gobiernos democráticos, la mayoría progresistas con diferentes matices de izquierda, centro y derecha. Décadas de baños de sangre, torturas, asesinatos, escuadrones de la muerte, guerrillas y guerras quedan atrás ante los lentos avances democráticos y la instalación de gobiernos civiles. Los militares son enviados a sus cuarteles subordinados al mando de los civiles.
Tres escenarios:
1.- El golpe está limitado a Honduras y no ha habido apoyo, planificación, ni intervención de fuerzas externas: Ningún gobierno latinoamericano cree esto.
2.- El golpe es contra los avances democráticos de toda América Latina golpeando primero en uno de los eslabones más débiles de la cadena de naciones que construyen democracia en el continente, con la finalidad de controlar militarmente o cambiar a sus gobiernos civiles y revertir dichos avances: Todos los gobiernos de la región sospechan lo anterior, de ahí su respuesta inmediata condenando de forma unánime el golpe militar.
3.- Si este nuevo experimento funciona en América Latina, podría extenderse a otras regiones. En momentos de grave crisis y colapso mundial con Estados Unidos en primer plano, todo es posible, por eso el inmediato rechazo de todas las naciones en la ONU. (2)
La respuesta:
En 24 horas respondieron presidentes y cancilleres de 34 estados latinoamericanos en el SICA, Grupo de Rio, UNASUR, OEA (USA y Canadá incluidos), secundados luego por los 192 países de la ONU. En un hecho histórico sin precedente, gobiernos de diversas tendencias por unanimidad condenaron el golpe y exigieron la restitución del presidente derrocado. Por la universalidad y rapidez de la respuesta, pareciera que latinoamericanos primero y todos los países del mundo después, vieron en el golpe de Honduras un laboratorio experimental de fuerzas ocultas que podría extenderse a sus propios países, los desarrollados incluidos: Fresca aún en la memoria están el Nazismo y el fascismo, y de permitirse, podría inaugurar una ola neo-fascista en contra de la democracia planetaria.
2 premisas:
1.- En América Latina es impensable que el golpe en Honduras se haya dado sin apoyo desde Estados Unidos: De su aparato militar, de inteligencia y o político. Más impensable es el que sin tal apoyo se hayan hasta ahora resistido a la unánime presión internacional y a la presión del pueblo de Honduras, llegando al extremo de masacrar una manifestación pacífica e indefensa. La unánime e histórica convergencia de condena de todos los gobiernos de izquierda, centro y derecha en la OEA más los 192 de la ONU lo confirman.
2.- Toda la comunidad internacional en general (ALBA, SICA, RIO, UNASUR, OEA y ONU) y en particular el presidente de Estados Unidos Obama y la secretaria de Estado Clinton, han rechazado el golpe y la insubordinación de los militares, reconocido al presidente Zelaya como el presidente legítimo de Honduras y se han sumado a la protesta mundial que exige su restitución y la sanción a los golpistas y sus crímenes.
2 preguntas incómodas:
1.- ¿Supieron de previo el Presidente Obama y la Sria Clinton de ese golpe militar en Honduras y de la posible participación de civiles o de estructuras militares, políticas o de inteligencia de USA?... ¿Autorizó el presidente dicha operación como hizo Kennedy cuando la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba?... ¿Lo supieron los diplomáticos y militares norteamericanos de servicio en Honduras?... ¿Participaron del golpe?
2.- ¿Si sabían por qué no lo impidieron en coherencia con las declaraciones del presidente Obama y la Sra. Clinton alrededor de la cumbre de presidentes en Trinidad y Tóbago?
Si la respuesta es “SI”, sabían, fue engañada toda la comunidad internacional y la cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago solo fue un señuelo para tranquilizar al continente, mientras en Estados Unidos se preparaba una operación encubierta que va mas allá de un golpe militar en Honduras: Un golpe en contra de toda América Latina, el que solo puede ser visto como una operación político militar dirigida a frenar los avances democráticos de todo el continente y que pone en peligro a todos los gobiernos civiles, de izquierda, centro o derecha. No obstante, muchos gobiernos dan aún a Obama el beneficio de la duda y prefieren pensar que esta operación fue montada a sus espaldas.
Si la respuesta es “NO”, tendríamos o la intervención ilegal (En USA) de fuerzas políticas, militares o de inteligencia en las atribuciones y privilegios presidenciales frente a la política internacional, al atacar a otro Estado democrático amigo de USA y peor aún, la insubordinación ante la autoridad del presidente de Estados Unidos de sus subalternos en el aparto estatal (Civil, Militar o de inteligencia). En ambos casos una grave violación de las leyes mismas de Estados Unidos que requiere de una investigación desde el mismo “US stablishment” para determinar quiénes son los culpable y su posterior sanción.
Las consecuencias:
1.- Dilucidar lo anterior es de la mayor importancia. Si el Presidente Obama no sabía, además de insubordinación militar y golpe en Honduras, hubo también insubordinación y/o una forma de golpe de estado en USA en contra del presidente Obama, o peor aún, de parte de una fuerza o gobierno alterno en la obscuridad en ese país, con acceso a su aparato militar, quizás hasta a sus armas convencionales y de destrucción masiva, lo que les daría la posibilidad de derrocar o chantajear a cualquier gobierno del mundo o imponer una nueva era de neo fascismo planetario dirigido desde las sombras: Una situación de muy grave peligro para la seguridad internacional.
2.- En consecuencia tendríamos: Insubordinación de militares en Honduras, mas insubordinación en USA y a la autoridad presidencial de dos gobiernos democráticos con presidentes electos por el pueblo: Golpe de Estado en Honduras y algo parecido o en proceso en Estados Unidos.
5 Conclusiones y Acciones
1.- Aparte de lo necesario para la reinstalación incondicional, rápida y segura del presidente Zelaya en su cargo y castigar a los golpistas, no cabe ningún dialogo ni mediación con estos si no es para cumplir de inmediato con la decisión de la OEA expresada en un mandato muy claro a su Secretario Dr. Insulza, lo que no conviene atrasar, diluir, debilitar, desviar o revertir. La comunidad internacional debe exigir además a Estados Unidos la inmediata y exhaustiva investigación pública y determinación de responsabilidad de sus civiles o funcionarios estatales que hayan estado involucrados en el golpe, o hayan tenido conocimiento, o alentado o participado del mismo.
2.- Los acontecimientos en Honduras y la retardación de la exigencia continental para restablecer el orden constitucional en ese país, recomendaría que se revise y considere el retiro de las bases militares de Estados Unidos en A. Latina por peligrosas para sus incipientes democracias. Puede hacerse en el marco del Grupo de RIO o de la OEA. Asi mismo, conviene la revisión para fortalecer la Carta Democrática de la OEA, sus mecanismos y los de otras organizaciones regionales como el mismo Grupo de RIO.
3.- Se debe promover una nueva era de relaciones respetuosas entre gobiernos civiles y democráticos de A. Latina con Estados Unidos. Proscribir las dictaduras militares, los golpes de estado abiertos o encubiertos, los autoritarismos, la manipulación del estado de derecho y la democracia en la región. Son convenientes una conducta y retórica prudentes pero firmes, y evitar confrontación o conflicto innecesarios. Las reelecciones o el continuismo deben ser evitados cuando no sean respaldados de forma clara, limpia y mayoritaria por los ciudadanos. Dan además pretextos para desestabilizar a los países y para la intervención externa que busca revertir los avances democráticos de la región.
4.- Aparte de lo que los ciudadanos hondureños decidan internamente, los golpistas y sus cómplices deben ser perseguidos internacionalmente y castigados por la comunidad de naciones. Han puesto en peligro a las demás democracias del continente y del mundo, abriendo un negativo precedente que va mas allá de Honduras. Los delitos cometidos son imprescriptibles y perseguibles en cualquier país a donde lleguen. Han golpeado la seguridad vital de las otras naciones, en primer lugar de America Latina y su castigo ejemplar es imperativo para prevenir otros golpes de estado en el mundo.
5.- El enfrentamiento desigual entre la sociedad civil y las fuerzas armadas de Honduras muestra una vez mas que los pueblos están indefensos ante los golpes de estado, los ejércitos sublevados o los gobiernos autoritarios. Un curso preventivo y de auto defensa pasa por la organización y el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil y la solidaridad internacional, que actúen en momentos de crisis, que por su misma existencia desincentiven los apetitos violatorios de la democracia, de la institucionalidad y del estado de derecho en America Latina, que sirvan de respaldo a los gobiernos democráticos y de contrapeso al golpismo, al autoritarismo y al militarismo. La defensa pasa además por avanzar en la unidad e integración de America Latina. Una nueva fase de la batalla por America Latina ha comenzado y se debe librar en los mas diversos escenarios.
(1).- En la base José “SOTO CANO” (Palmerola) se ubica la fuerza de tarea conjunta “BRAVO”, conformada por efectivos del ejercito, fuerza aérea, de seguridad y 1er. Batallón regimiento No 228 de la aviación de Estados Unidos. Tiene 600 efectivos militares de ese país, 18 aviones de combate HU-60, Black Hawk, Y CH-47 Chinook. El 31 de mayo del 2008, el presidente de Honduras anunció que sería utilizada para vuelos comerciales y se inició la construcción de una terminal civil financiada con fondos del ALBA. Con el ALBA ha habido conversaciones sobre la reserva petrolera del Rio Patuka, misma zona que un gobierno anterior (Maduro) había ofrecido a EEUU para construir otra base militar de ese país en la zona de la Mosquitia. En enero 2009 el presidente Zelaya envio carta personal al Presidente Obama reclamando por intervencionismo y llamando al nuevo gobierno a respetar el principio de no intervención. El Jefe de la Fuerza Aérea de Honduras General PRICE SUAZO, estudió y se graduó en 1995 en la Escuala de Las Américas (USA). El General Romeo Vasquez jefe del ejercito y cabeza del golpe, también es egresado de la misma escuela en los años 80. En esos años OTTO REICH (Cubano de la Fundación Nacional Cubana –Americana), Ex Subsecretario de Bush para A. Latina, OLIVER NORTH (escándalo Iran-Contras), y JOHN DIMITRI NEGROPONTE (Embajador de EEUU) y otros, utilizaron la base militar de PALMEROLA como plataforma de lanzamiento para la desestabilización de Nicaragua y la guerra de los 80s contra este país y se les atribuye en Honduras ser los operadores de Estados Unidos en el presente golpe militar en Honduras.. OTTO REICH se presentó recientemente al congreso de USA defendiendo el golpe militar y a la vez deslindando su responsabilidad e involucramiento en el mismo.
(2) Luego del Golpe en Honduras y siguiendo el mismo formato, una jueza en Bolivia presentó acusaciones en los tribunales contra el Presidente Evo Morales y luego en la OEA.

*Dr. Wim Dierckxsens (Holanda).-, Dr. Antonio Jarquin T (Nicaragua).-, Dr. Reinaldo Carcanholo (Brasil).-, Dr. Paulo Campanario (Brasil).-, Dr Paulo Nakatani (Brasil)
www.observatoriocrisis.org


Golpe Militar en Honduras: ¿Es también Contra Obama?

Golpe Militar en Honduras: ¿Es también Contra Obama?

Dr. Wim Dierckxsens (Holanda) y otros*

Fuente: elpais.cr | 17/07/2009

Dos hechos, tres escenarios, la respuesta, dos premisas, dos preguntas, dos consecuencias y 5 conclusiones.
Hechos: Honduras, 7.5 millones de habitantes, uno de los países más pequeños y pobres de A. Latina (60 % de pobreza), llamada "Banana Republic" por el control absoluto que ejerció la "United Fruit Company" de USA. Base de lanzamiento de operaciones militares abiertas y encubiertas de Estados Unidos contra otros países, sede de la base militar "Soto Cano" (Palmerola)(1) de este país, historia de golpes militares apoyados desde USA. Manuel Zelaya el presidente democráticamente electo, su casa asaltada por militares la madrugada del 28 de Junio 09, el presidente secuestrado por los militares, sacado violentamente en pijamas, montado en un avión, llevado a Costa Rica y dejado en la pista, se instala un gobierno de facto, cortan energía, comunicaciones, radio y televisión a la población, imponen restricciones a la libre movilización y demás libertades, la población desarmada se moviliza en oposición al golpe, el ejercito reprime, dispara, asesina o hiere a muchos ciudadanos en protesta pacífica y desarmados, múltiples violaciones de derechos humanos. Mis "delitos" dice el presidente derrocado:
a.- Proponer una consulta a la población sobre si desea agregar una urna en las próximas elecciones presidenciales y preguntar al pueblo si desea o no revisar la constitución de la República y
b.- Promover tímidas reformas sociales. A posteriori le acusan los golpistas de otros delitos que nunca presentaron como correspondía en el marco del estado de derecho de ese país. Los cómplices inmediatos, un grupo de políticos y ricos empresarios. El país paralizado por el movimiento popular, los golpistas aislados por la comunidad internacional.
Hechos: América Latina: Históricamente gobernada por dictaduras militares y golpes de estado dirigidos por los distintos gobiernos de Estados Unidos, en las últimas décadas evoluciona a la instalación de gobiernos democráticos, la mayoría progresistas con diferentes matices de izquierda, centro y derecha. Décadas de baños de sangre, torturas, asesinatos, escuadrones de la muerte, guerrillas y guerras quedan atrás ante los lentos avances democráticos y la instalación de gobiernos civiles. Los militares son enviados a sus cuarteles subordinados al mando de los civiles.
Tres escenarios:
1.- El golpe está limitado a Honduras y no ha habido apoyo, planificación, ni intervención de fuerzas externas: Ningún gobierno latinoamericano cree esto.
2.- El golpe es contra los avances democráticos de toda América Latina golpeando primero en uno de los eslabones más débiles de la cadena de naciones que construyen democracia en el continente, con la finalidad de controlar militarmente o cambiar a sus gobiernos civiles y revertir dichos avances: Todos los gobiernos de la región sospechan lo anterior, de ahí su respuesta inmediata condenando de forma unánime el golpe militar.
3.- Si este nuevo experimento funciona en América Latina, podría extenderse a otras regiones. En momentos de grave crisis y colapso mundial con Estados Unidos en primer plano, todo es posible, por eso el inmediato rechazo de todas las naciones en la ONU. (2)
La respuesta:
En 24 horas respondieron presidentes y cancilleres de 34 estados latinoamericanos en el SICA, Grupo de Rio, UNASUR, OEA (USA y Canadá incluidos), secundados luego por los 192 países de la ONU. En un hecho histórico sin precedente, gobiernos de diversas tendencias por unanimidad condenaron el golpe y exigieron la restitución del presidente derrocado. Por la universalidad y rapidez de la respuesta, pareciera que latinoamericanos primero y todos los países del mundo después, vieron en el golpe de Honduras un laboratorio experimental de fuerzas ocultas que podría extenderse a sus propios países, los desarrollados incluidos: Fresca aún en la memoria están el Nazismo y el fascismo, y de permitirse, podría inaugurar una ola neo-fascista en contra de la democracia planetaria.
2 premisas:
1.- En América Latina es impensable que el golpe en Honduras se haya dado sin apoyo desde Estados Unidos: De su aparato militar, de inteligencia y o político. Más impensable es el que sin tal apoyo se hayan hasta ahora resistido a la unánime presión internacional y a la presión del pueblo de Honduras, llegando al extremo de masacrar una manifestación pacífica e indefensa. La unánime e histórica convergencia de condena de todos los gobiernos de izquierda, centro y derecha en la OEA más los 192 de la ONU lo confirman.
2.- Toda la comunidad internacional en general (ALBA, SICA, RIO, UNASUR, OEA y ONU) y en particular el presidente de Estados Unidos Obama y la secretaria de Estado Clinton, han rechazado el golpe y la insubordinación de los militares, reconocido al presidente Zelaya como el presidente legítimo de Honduras y se han sumado a la protesta mundial que exige su restitución y la sanción a los golpistas y sus crímenes.
2 preguntas incómodas:
1.- ¿Supieron de previo el Presidente Obama y la Sria Clinton de ese golpe militar en Honduras y de la posible participación de civiles o de estructuras militares, políticas o de inteligencia de USA?... ¿Autorizó el presidente dicha operación como hizo Kennedy cuando la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba?... ¿Lo supieron los diplomáticos y militares norteamericanos de servicio en Honduras?... ¿Participaron del golpe?
2.- ¿Si sabían por qué no lo impidieron en coherencia con las declaraciones del presidente Obama y la Sra. Clinton alrededor de la cumbre de presidentes en Trinidad y Tóbago?
Si la respuesta es “SI”, sabían, fue engañada toda la comunidad internacional y la cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago solo fue un señuelo para tranquilizar al continente, mientras en Estados Unidos se preparaba una operación encubierta que va mas allá de un golpe militar en Honduras: Un golpe en contra de toda América Latina, el que solo puede ser visto como una operación político militar dirigida a frenar los avances democráticos de todo el continente y que pone en peligro a todos los gobiernos civiles, de izquierda, centro o derecha. No obstante, muchos gobiernos dan aún a Obama el beneficio de la duda y prefieren pensar que esta operación fue montada a sus espaldas.
Si la respuesta es “NO”, tendríamos o la intervención ilegal (En USA) de fuerzas políticas, militares o de inteligencia en las atribuciones y privilegios presidenciales frente a la política internacional, al atacar a otro Estado democrático amigo de USA y peor aún, la insubordinación ante la autoridad del presidente de Estados Unidos de sus subalternos en el aparto estatal (Civil, Militar o de inteligencia). En ambos casos una grave violación de las leyes mismas de Estados Unidos que requiere de una investigación desde el mismo “US stablishment” para determinar quiénes son los culpable y su posterior sanción.
Las consecuencias:
1.- Dilucidar lo anterior es de la mayor importancia. Si el Presidente Obama no sabía, además de insubordinación militar y golpe en Honduras, hubo también insubordinación y/o una forma de golpe de estado en USA en contra del presidente Obama, o peor aún, de parte de una fuerza o gobierno alterno en la obscuridad en ese país, con acceso a su aparato militar, quizás hasta a sus armas convencionales y de destrucción masiva, lo que les daría la posibilidad de derrocar o chantajear a cualquier gobierno del mundo o imponer una nueva era de neo fascismo planetario dirigido desde las sombras: Una situación de muy grave peligro para la seguridad internacional.
2.- En consecuencia tendríamos: Insubordinación de militares en Honduras, mas insubordinación en USA y a la autoridad presidencial de dos gobiernos democráticos con presidentes electos por el pueblo: Golpe de Estado en Honduras y algo parecido o en proceso en Estados Unidos.
5 Conclusiones y Acciones
1.- Aparte de lo necesario para la reinstalación incondicional, rápida y segura del presidente Zelaya en su cargo y castigar a los golpistas, no cabe ningún dialogo ni mediación con estos si no es para cumplir de inmediato con la decisión de la OEA expresada en un mandato muy claro a su Secretario Dr. Insulza, lo que no conviene atrasar, diluir, debilitar, desviar o revertir. La comunidad internacional debe exigir además a Estados Unidos la inmediata y exhaustiva investigación pública y determinación de responsabilidad de sus civiles o funcionarios estatales que hayan estado involucrados en el golpe, o hayan tenido conocimiento, o alentado o participado del mismo.
2.- Los acontecimientos en Honduras y la retardación de la exigencia continental para restablecer el orden constitucional en ese país, recomendaría que se revise y considere el retiro de las bases militares de Estados Unidos en A. Latina por peligrosas para sus incipientes democracias. Puede hacerse en el marco del Grupo de RIO o de la OEA. Asi mismo, conviene la revisión para fortalecer la Carta Democrática de la OEA, sus mecanismos y los de otras organizaciones regionales como el mismo Grupo de RIO.
3.- Se debe promover una nueva era de relaciones respetuosas entre gobiernos civiles y democráticos de A. Latina con Estados Unidos. Proscribir las dictaduras militares, los golpes de estado abiertos o encubiertos, los autoritarismos, la manipulación del estado de derecho y la democracia en la región. Son convenientes una conducta y retórica prudentes pero firmes, y evitar confrontación o conflicto innecesarios. Las reelecciones o el continuismo deben ser evitados cuando no sean respaldados de forma clara, limpia y mayoritaria por los ciudadanos. Dan además pretextos para desestabilizar a los países y para la intervención externa que busca revertir los avances democráticos de la región.
4.- Aparte de lo que los ciudadanos hondureños decidan internamente, los golpistas y sus cómplices deben ser perseguidos internacionalmente y castigados por la comunidad de naciones. Han puesto en peligro a las demás democracias del continente y del mundo, abriendo un negativo precedente que va mas allá de Honduras. Los delitos cometidos son imprescriptibles y perseguibles en cualquier país a donde lleguen. Han golpeado la seguridad vital de las otras naciones, en primer lugar de America Latina y su castigo ejemplar es imperativo para prevenir otros golpes de estado en el mundo.
5.- El enfrentamiento desigual entre la sociedad civil y las fuerzas armadas de Honduras muestra una vez mas que los pueblos están indefensos ante los golpes de estado, los ejércitos sublevados o los gobiernos autoritarios. Un curso preventivo y de auto defensa pasa por la organización y el fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil y la solidaridad internacional, que actúen en momentos de crisis, que por su misma existencia desincentiven los apetitos violatorios de la democracia, de la institucionalidad y del estado de derecho en America Latina, que sirvan de respaldo a los gobiernos democráticos y de contrapeso al golpismo, al autoritarismo y al militarismo. La defensa pasa además por avanzar en la unidad e integración de America Latina. Una nueva fase de la batalla por America Latina ha comenzado y se debe librar en los mas diversos escenarios.
(1).- En la base José “SOTO CANO” (Palmerola) se ubica la fuerza de tarea conjunta “BRAVO”, conformada por efectivos del ejercito, fuerza aérea, de seguridad y 1er. Batallón regimiento No 228 de la aviación de Estados Unidos. Tiene 600 efectivos militares de ese país, 18 aviones de combate HU-60, Black Hawk, Y CH-47 Chinook. El 31 de mayo del 2008, el presidente de Honduras anunció que sería utilizada para vuelos comerciales y se inició la construcción de una terminal civil financiada con fondos del ALBA. Con el ALBA ha habido conversaciones sobre la reserva petrolera del Rio Patuka, misma zona que un gobierno anterior (Maduro) había ofrecido a EEUU para construir otra base militar de ese país en la zona de la Mosquitia. En enero 2009 el presidente Zelaya envio carta personal al Presidente Obama reclamando por intervencionismo y llamando al nuevo gobierno a respetar el principio de no intervención. El Jefe de la Fuerza Aérea de Honduras General PRICE SUAZO, estudió y se graduó en 1995 en la Escuala de Las Américas (USA). El General Romeo Vasquez jefe del ejercito y cabeza del golpe, también es egresado de la misma escuela en los años 80. En esos años OTTO REICH (Cubano de la Fundación Nacional Cubana –Americana), Ex Subsecretario de Bush para A. Latina, OLIVER NORTH (escándalo Iran-Contras), y JOHN DIMITRI NEGROPONTE (Embajador de EEUU) y otros, utilizaron la base militar de PALMEROLA como plataforma de lanzamiento para la desestabilización de Nicaragua y la guerra de los 80s contra este país y se les atribuye en Honduras ser los operadores de Estados Unidos en el presente golpe militar en Honduras.. OTTO REICH se presentó recientemente al congreso de USA defendiendo el golpe militar y a la vez deslindando su responsabilidad e involucramiento en el mismo.
(2) Luego del Golpe en Honduras y siguiendo el mismo formato, una jueza en Bolivia presentó acusaciones en los tribunales contra el Presidente Evo Morales y luego en la OEA.

*Dr. Wim Dierckxsens (Holanda).-, Dr. Antonio Jarquin T (Nicaragua).-, Dr. Reinaldo Carcanholo (Brasil).-, Dr. Paulo Campanario (Brasil).-, Dr Paulo Nakatani (Brasil)
www.observatoriocrisis.org

jueves, 16 de julio de 2009

Las pruebas de la participación de Washington en el golpe

Las pruebas de la participación de Washington en el golpe
La nueva América
jueves, 16 de julio de 2009
Eva Golinger - teleSUR.- Nadie duda de la implicación de Washington en el golpe de Estado de Honduras contra el presidente Manuel Zelaya que comenzó el pasado 28 de junio. Muchos analistas, dirigentes, e incluso presidentes, lo han denunciado. Sin embargo, la mayoría coincide en disculpar a la administración de Barack Obama de algún papel en el golpe hondureño, haciendo responsables en su lugar a los rasgos del gobierno de George W. Bush y a los halcones que todavía andan por los pasillos de la Casa Blanca. La evidencia demuestra que sí, que es cierto que los halcones y los protagonistas de siempre de los golpes y sabotajes en América Latina también han participado esta vez, y además existen amplias pruebas que señalan el papel del gobierno de Obama.

* El Departamento de Estado tenía conocimiento previo del golpe.

* El Departamento de Estado y el Congreso de EEUU financiaron y asesoraron a los actores y organizaciones hondureñas que participaron en el golpe.

* El Pentágono entrenó, capacitó, financió y armó al ejército hondureño que perpetró el golpe y sigue reprimiendo al pueblo de Honduras.

* La presencia militar estadounidense en Honduras, que ocupa la base militar de Soto Cano (Palmerola), autorizó el golpe de Estado con su complicidad tácita y la negativa a retirar su apoyo a los militares hondureños.

* El embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, Hugo Llorens, coordinó la expulsión del poder del presidente Manuel Zelaya, junto con el subsecretario de Estado Thomas Shannon y John Negroponte, quien trabaja actualmente como asesor de la secretaria de Estado Hillary Clinton.

* Desde el primer día del golpe, el gobierno de Washington ha hablado de las "dos partes" involucradas y la necesidad de un "diálogo" para restituir el orden constitucional, legitimando de esta forma a los golpistas.

* El Departamento de Estado se ha negado a calificar legalmente los sucesos de Honduras como un "golpe de Estado", no ha suspendido ni congelado su apoyo financiero y el comercio con el país, ni ha tomado medidas para presionar eficazmente al gobierno de facto.

* Washington manipuló a la Organización de Estados Americanos para alargar el tiempo de debate sobre lo que había que hacer y así no apoyar el regreso inmediato del presidente Zelaya al poder, como parte de una estrategia que sigue en pie y simplemente busca legitimar al gobierno de facto y desgastar al pueblo hondureño que todavía se resiste al golpe.

* La secretaria de Estado Clinton y sus voceros dejaron de hablar del regreso del presidente Zelaya al poder luego de la designación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica, como "mediador", y ahora califican al dictador que asumió el poder ilegalmente durante el golpe, Roberto Micheletti, como "presidente interino".

* La estrategia de "negociar" con los golpistas fue impuesta por el gobierno de Obama como una manera de desacreditar al presidente Zelaya —culpándolo por los hechos que provocaron el golpe— y legitimando a los golpistas.

* Congresistas estadounidenses —demócratas y republicanos— organizaron una visita de unos representantes de los golpistas de Honduras a Washington, a los que recibieron con honores en diferentes instituciones de la capital estadounidense.

* A pesar de que fue el senador republicano John McCain quien coordinó la visita de los golpistas a Washington a través de un bufete de lobby, The Cormac Group, actualmente es el abogado de Bill Clinton y amigo cercano de Hillary, Lanny Davis, a quien se ha contratado como "lobbista" para lograr la aceptación pública de Washington del gobierno de facto en Honduras.

* Otto Reich y el venezolano Robert Carmona-Borjas, quien fue abogado del dictador Pedro Carmona durante el golpe de Estado de Venezuela en Abril de 2002, ayudaron desde Washington a preparar el escenario para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

* El equipo de diseño del golpe de Estado en Honduras designado por Washington también incluía a un grupo de embajadores de Estados Unidos recientemente nombrados en Centroamérica, expertos en la desestabilización de la Revolución Cubana, y a Adolfo Franco, ex encargado del programa de Cuba de la USAID.

El Departamento de Estado

La nueva diplomacia estadounidense, denominada "smart power" (poder inteligente) ha jugado un papel principal antes, durante y después del golpe de Estado en Honduras. Los voceros del Departamento de Estado, admitieron en una rueda de prensa el 1 de julio, que tenían conocimiento previo del golpe y habían estado trabajando con los sectores que lo planificaban para buscar "otra solución".

También admitieron que dos altos funcionarios del Departamento de Estado, el subsecretario de Estado para América Latina Thomas Shannon y el subsecretario de Estado James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al golpe para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Dicen que su propósito era "frenar" el golpe, sin embargo su presión verbal no concuerda con su respaldo a los sectores golpistas.

Después del golpe, la Secretaria de Estado Hillary Clinton publicó una declaración, el domingo 28 de junio, que no reconocía los sucesos como un "golpe" y tampoco exigía la restitución del presidente Zelaya en el poder. Adicionalmente, siempre hacía referencia a "las dos partes" del conflicto, legitimando a los golpistas y haciendo responsable públicamente al presidente Zelaya desde el primer día:

"La acción contra el presidente hondureño Mel Zelaya viola los principios de la Carta Democrática de la OEA y debe ser condenado. Llamamos a todas las partes en Honduras a que respeten el orden constitucional y el Estado de derecho, que reafirmen su vocación democrática y se comprometan a resolver las disputas políticas de manera pacífica a través del diálogo.

Honduras debe abrazar a los mismos principios de la democracia que ratificamos hace un mes en la reunión de la OEA celebrada en ese país."

Y desde entonces, a pesar de diversas referencias al "golpe" de Honduras, el Departamento de Estado se negaba a calificarlo de golpe de Estado, lo que le obligaría a suspender toda clase de apoyo económico, diplomático y militar al país.

El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado lo explicaron de esta manera: "En referencia al propio golpe, lo mejor sería decir que fue un esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles. Obviamente, los militares fueron quienes condujeron la remoción forzada del presidente y han actuado para asegurar el orden público durante este proceso.

Pero para que el golpe sea más que una insurrección o una rebelión, hay que ver una transferencia del poder a los militares. Y en ese sentido el Congreso —la decisión del Congreso de juramentar a su presidente Micheletti, como presidente de Honduras, indica que el Congreso y miembros claves de éste han desempeñado un papel importante en esta situación."

Esta posición ambigua, que condena los sucesos de Honduras como una ruptura del orden constitucional pero no llega a calificarlo como golpe de Estado ni exige la restitución del presidente Zelaya, se ratificó luego de la reunión que sostuvo la secretaria de Estado Hillary Clinton con el presidente Zelaya el 7 de julio:

"Acabo de celebrar una reunión productiva con el presidente Zelaya. Discutimos los sucesos de los últimos nueve días y el camino a seguir. Le reiteré que Estados unidos apoya la restitución del orden constitucional en Honduras. Seguimos apoyando los esfuerzos regionales a través de la OEA para lograr una resolución pacífica según las normas de la Carta Democrática.

Llamamos a todas las partes a no cometer actos de violencia y a buscar una solución pacífica, constitucional y estable a las serias divisiones en Honduras, por medio del diálogo. Para ese fin, hemos trabajado con nuestros socios en el hemisferio para establecer una negociación, un diálogo que podría desembocar en una resolución pacífica de esta situación."

Ya estaba claro, después de esa reunión, que Washington no iba a seguir abogando por el regreso del presidente Zelaya al poder, sino que buscaba "una negociación" con los golpistas que, al final, favoreciera los intereses estadounidenses. Fuentes cercanas a la Organización de Estados Americanos (OEA) afirman que una alta delegación estadounidense presente en la reunión del 4 de julio en la sede del organismo multilateral intensificó la presión hacia otros Estados para que aceptaran una salida "negociada" que no implicase necesariamente la restitución de Zelaya como presidente de Honduras.

Esta manera de desviar el tema, manipular el asunto y aparecer asumiendo una posición cuando en realidad las actuaciones demuestran lo contrario, forma parte de la nueva doctrina de Obama denominada "smart power" (poder inteligente), que pretende lograr los objetivos imperiales sin satanizar al gobierno de Washington.

"Smart Power" es "la capacidad de combinar el 'poder duro' con el 'poder suave' para lograr una estrategia victoriosa. El 'Smart Power' utiliza estratégicamente la diplomacia, la persuasión, la construcción de capacidades, la proyección del poder militar, económico y político y la influencia imperial, de manera efectiva, con una legitimidad política y social."

Esencialmente, es una mezcla de la fuerza militar con todas las formas de la diplomacia, con énfasis en el uso de la "promoción de la democracia" como táctica para influir en el destino de los pueblos, en vez de perpetrar una invasión militar.

El embajador

El periodista Jean-Guy Allard ha revelado los orígenes del actual embajador de Estados Unidos en Honduras, Hugo Llorens. Según Allard, Hugo Llorens, un cubano de nacimiento que llegó a Estados Unidos como parte de la Operación Peter Pan, es "especialista en terrorismo"… La Casa Blanca de George W. Bush captó al astuto Llorens en 2002, nada menos que como Director de asuntos andinos del Consejo Nacional de Seguridad de Washington D.C., lo que lo convirtió en el principal asesor del presidente sobre Venezuela.

El golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez se produjo mientras Llorens se encontraba bajo la autoridad del subsecretario de Estado para Asuntos hemisféricos, Otto Reich, y del muy controvertido Elliot Abrams. En julio de 2008, Llorens fue nombrado embajador en Honduras."

El pasado 4 de junio, el embajador Llorens declaró a la prensa hondureña que "...Uno no puede violar la Constitución para crear una Constitución, porque si uno no tiene Constitución vive la ley de la jungla."

Esas declaraciones se emitieron en referencia a la encuesta popular sobre la convocatoria de una posible asamblea constituyente, que debería haber tenido lugar el 28 de junio si no hubiera ocurrido el golpe de Estado contra el presidente Zelaya.

Los comentarios de Llorens no sólo ponen en evidencia su posición contra la encuesta, sino, además, su total injerencia en los asuntos internos de Honduras.

Pero Llorens no estaba solo en la región. Luego de su nombramiento como embajador en Honduras —cargo que obviamente se le asignó debido a la necesidad de neutralizar la creciente presencia de gobiernos izquierdistas en la región y la potencia regional del ALBA—, se nombraron varios embajadores más de Washington en los países vecinos, todos expertos en la desestabilización de la revolución cubana y operaciones psicológicas.

Primero llegó el diplomático Robert Blau a la embajada de Estados Unidos de El Salvador, el 2 de julio de 2008, como el segundo de la diplomacia estadounidense. En enero de este año, Blau asumió la embajada como encargado de negocios. Antes de su envío a El Salvador, Blau fue subdirector de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, luego de haber estado dos años en la Sección de Intereses de Washington en La Habana como asesor político.

Fue tan eficiente en su trabajo en Cuba con la disidencia, que el Departamento de Estado le concedió el Premio James Clement Dunn a la Excelencia, debido a su labor con la oposición contrarrevolucionaria en Cuba. Llorens y Blau eran viejos amigos, luego de trabajar juntos en el equipo de Otto Reich en el Departamento de Estado.

Después fue nombrado Stephen McFarland como embajador de Estados Unidos en Guatemala, el 5 de agosto de 2008. McFarland, graduado de la Universidad de Guerra de Estados Unidos y ex miembro del equipo de combate número dos de los marines en Iraq, era el segundo en la Embajada de Estados Unidos en Venezuela bajo William Brownfield, quien incrementó de manera alarmante el apoyo financiero y político a la oposición contra Chávez.

Luego, McFarland estuvo en la embajada de Estados Unidos en Paraguay, apoyando la construcción de la base militar del Pentágono en ese país. McFarland también fue director de Asuntos Cubanos en el Departamento de Estado y su perfil lo destaca como un experto "en transiciones democráticas, derechos humanos y seguridad."

El embajador Robert Callahan llegó a Managua, Nicaragua, también a principios de agosto. Ha trabajado en las embajadas en La Paz, Bolivia, y San José, Costa Rica, y ha sido profesor en la Universidad Nacional de Guerra de Estados Unidos. En 2004 fue enviado a Iraq como agregado de prensa de la embajada en Bagdad. A su regreso, estableció la oficina de prensa y propaganda de la recién creada Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) de Washington, que en la actualidad es el órgano más poderoso de la inteligencia estadounidense.

Juntos, estos embajadores —expertos en golpes de Estado, desestabilización y propaganda— han preparado el terreno para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

Financiamiento a los golpistas

Justo en el mes anterior del golpe contra el presidente Zelaya se formó una coalición entre diferentes organizaciones no gubernamentales, empresarios, partidos políticos, la iglesia católica y los medios de comunicación, denominada "la unión cívica democrática". Su único propósito era derrocar al presidente Zelaya para impedir que abriera el camino a una asamblea constituyente que permitiría al pueblo alzar su voz y participar en su proceso político.

La "unión cívica democrática" de Honduras está compuesta por organizaciones como el Consejo Nacional Anticorrupción, el Arzobispado de Tegucigalpa, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), el Consejo de Rectores de Universidades, la Confederación de Trabajadores de Honduras (CTH), el Foro Nacional de Convergencia, la Federación Nacional de Comercio e Industrias de Honduras (Fedecamara), la Asociación de Medios de Comunicación (AMC), el Grupo Paz y Democracia y el grupo estudiantil Generación X Cambio.

La mayoría de estas organizaciones han sido beneficiarias de los más de 50 millones de dólares que anualmente invierten la USAID y la NED en el "desarrollo democrático" en Honduras. De hecho, un informe de la USAID sobre su financiamiento y trabajo con COHEP, destaca que "el perfil bajo de la USAID en este proyecto ayudó a asegurar la credibilidad de COHEP como una organización hondureña y no un brazo de la USAID."

Los voceros de la unión cívica democrática de Honduras en representación, según ellos, de la "sociedad civil", declararon a la prensa hondureña el 23 de junio —cinco días antes del golpe contra el presidente Zelaya— que "confían en que las fuerzas armadas cumplirán con su deber de defender la Constitución, el Estado de Derecho, la paz y la democracia."

Cuando sucedió el golpe, el día 28 de junio, fueron los primeros que salieron a decir que no hubo un golpe de Estado, sino que habían "rescatado su democracia" de las manos del presidente Zelaya, cuyo crimen fue querer dar al pueblo voz, visibilidad y participación. También en representación de los sectores de clase media y alta, la unión cívica democrática ha calificado a los sectores que apoyan al presidente Zelaya de "turbas".

El Instituto Republicano Internacional, que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED), obtuvo más de 1,2 millones de dólares en 2009 para trabajar con los sectores políticos en Honduras. Su trabajo se ha dedicado a apoyar los "centros de pensamiento" y "grupos de presión" en Honduras, para influir en los partidos políticos y "apoyará iniciativas para implementar posiciones políticas durante las campañas de 2009."

Ésta es una clara intervención en la política interna de Honduras y evidencia del financiamiento de la NED a los sectores golpistas del país.

El lobby de Washington

El senador republicano John McCain, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, ayudó coordinar la visita de la delegación golpista de Honduras a Washington durante la semana pasada. McCain es conocido por su dura postura contra Venezuela, Bolivia y otros países de la región considerados "anti imperialistas" y por sus estrechos vínculos con la mafia cubana en Miami.

McCain también es jefe del Instituto Republicano Internacional (IRI), ente financiero de los golpistas de Honduras. McCain ofreció los servicios de su empresa de lobby, The Cormac Group, que organizó una rueda de prensa de los golpistas en el National Press Club el 7 de junio.

Pero más allá de la conexión republicana con los golpistas hondureños, hay un vínculo más comprometedor con la actual administración demócrata de Barack Obama. El abogado Lanny Davis fue contratado por la sede hondureña del Consejo de Empresarios de América Latina (CEAL) para hacer lobby a favor de los golpistas y convencer a los poderes de Washington de que deben aceptar y reconocer al gobierno de facto de Honduras.

Lanny Davis fue abogado del ex presidente Bill Clinton cuando estaba en la Casa Blanca, y es un conocido amigo y asesor de la actual Secretaria de Estado Hillary Clinton. Davis está organizando una ofensiva diplomática y mediática a favor de los golpistas, incluida la compra de publicidad en periódicos estadounidenses, y organizando reuniones entre los representantes golpistas y diferentes congresistas, senadores y funcionarios del gobierno de EEUU. CEAL esta compuesto por los empresarios latinoamericanos que más han promovido atentados contra los movimientos populares en la región. Por ejemplo, el actual representante de Venezuela en el CEAL es Marcel Granier, presidente de RCTV, la cadena de televisión que promovió e intentó legitimar el golpe de Estado contra el presidente Chávez.

Como parte de este esfuerzo, lograron una audiencia especial ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de Estados Unidos, con la participación de congresistas demócratas y republicanos, y los testimonios de personajes promotores del golpe, como Michael Shifter del Diálogo Interamericano de Washington, Guillermo Pérez-Cadalso, ex Canciller y Magistrado de la Corte Suprema de Honduras, y el famoso Otto Reich, cubano-americano conocido por su papel en la mayoría de las actividades de desestabilización contra gobiernos izquierdistas en América Latina desde los años ochenta. Como resultado de este encuentro, el Congreso de Estados Unidos está promoviendo una resolución que reconozca como legítimo al gobierno de facto de Honduras.

Otro resultado del lobby de Lanny Davis fue la reunión convocada en el Consejo de las Américas el 9 de junio, en donde participó Jim Swigert, director de los programas de América Latina y el Caribe para el Instituto Demócrata Nacional (NDI), que recibe su financiamiento de la NED, Cris Arcos, antiguo embajador de EEUU en Honduras y Adolfo Franco, ex administrador de la USAID para América Latina y el Caribe y encargado del programa de "transición" en Cuba.

Estos tres personajes han trabajado como asesores del gobierno de Obama frente a la crisis en Honduras. Franco, quien también fue asesor de política exterior para el senador John McCain durante su campaña presidencial en 2008, ha sido acusado de corrupción por su mal manejo de los fondos de la USAID para el programa de "promoción de la democracia" en Cuba, gran parte de los cuales se dieron a grupos de Miami, como el Comité para una Cuba Libre y el Instituto para Estudios Cubanos en Miami, sin pasar por ningún proceso transparente de revisión.

Negroponte y Reich, de nuevo

Muchos han especulado sobre el papel del antiguo embajador de Estados Unidos en Honduras, John Negroponte, quien dirigió la fuerza paramilitar denominada "la contra" y los escuadrones de muerte contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica durante los años ochenta. Negroponte tuvo varios cargos durante la administración de George W. Bush: embajador de EEUU en Iraq, embajador ante las Naciones Unidas, director nacional de Inteligencia y, por último, subsecretario de Estado bajo Condoleezza Rice. A su salida del Departamento de Estado, Negroponte pasó al sector privado.

Le ofrecieron un trabajo como vicepresidente de la firma consultora más influyente de Washington, McLarty Associates. Negroponte aceptó. McLarty Associates fue fundada por Thomas "Mack" McLarty, ex jefe de gabinete del presidente Bill Clinton y enviado especial a América Latina durante su presidencia.

Actualmente, McLarty maneja la consultora más poderosa de Washington. Hasta el año 2008, McLarty Associates se llamaba Kissinger-McLarty Associates debido a la unión entre Thomas McLarty y Henry Kissinger, que evidencia la unión política entre los sectores demócratas y republicanos en Washington.

En su nuevo cargo, John Negroponte trabaja como asesor sobre política exterior del Departamento de Estado bajo Hillary Clinton.

Recordemos que el embajador estadounidense en Honduras, Hugo Llorens, trabajaba bajo el comando de Negroponte durante la mayoría de su gestión.

Otto Reich lleva unos años trabajando en una campaña contra el presidente Zelaya. Fue demandado por Zelaya en abril 2009 por haberlo acusado públicamente de robar 100 millones de dólares de la empresa estatal de telecomunicaciones, Hondutel. Resulta que Reich hacía lobby para una empresa privada de telecomunicaciones que quería privatizar Hondutel. Ahora, con Zelaya destituido y un empresario en el poder, lo más probable es que Reich consiga su negocio multimillonario.

Reich fundó una organización en Washington, llamada Arcadia Foundation junto a un venezolano, Robert Carmona-Borjas, abogado especialista en temas militares, vinculado al golpe de abril de 2002 en Venezuela, según su propio perfil. Robert Carmona-Borjas supuestamente estuvo en Miraflores con Pedro Carmona durante el golpe de abril de 2002 y escapó, junto a Carmona, del palacio cuando fue tomado por la guardia de honor presidencial. Desde entonces vive en Washington, DC. Desde el año pasado, Reich y Carmona-Borjas han llevado una campaña contra Zelaya por asuntos de corrupción, con una serie de micros que hablan de corrupción, libertad de expresión y cambio en Honduras.

Carmona-Borjas ha viajado con frecuencia a Honduras durante los últimos meses, incluso hablando de golpe de Estado "técnico" junto con otros actores, como el defensor del pueblo hondureño, Ramón Custodia, quien declaró a comienzos de junio que "Los golpes son una posibilidad que puede ocurrir en cualquier escenario político". Luego del golpe, el 3 de julio, Robert Carmona-Borjas apareció en Honduras en la concentración de los golpistas en Tegucigalpa, y fue reconocido como un actor importante que hizo posible la salida de Zelaya y la llegada al poder de Micheletti.

El poder militar

Estados Unidos mantiene una presencia militar muy grande en la base de Soto Cano (Palmerola), ubicada a 97 kilómetros de la capital, que ha estado operativa constantemente desde el año 1981, cuando fue activada por el gobierno de Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan.

En los años ochenta, Soto Cano se utilizó por el coronel estadounidense Oliver North, como una base de operaciones para la "Contra", las fuerzas paramilitares entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), encargadas de ejecutar la guerra contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica, y particularmente contra el gobierno sandinista de Nicaragua. Desde Soto Cano, la "Contra" lanzaba sus ataques terroristas, escuadrones de muerte y misiones especiales que dieron como resultado miles de asesinatos, desaparecidos, torturados, lisiados y aterrorizados en Centroamérica.

John Negroponte, entonces embajador de EEUU en Honduras, junto a Oliver North y Otto Reich, dirigían estas operaciones sucias.

La base de Soto Cano es la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta "Bravo" (JTF-B) de Estados Unidos, compuesta por efectivos del ejército, las fuerzas aéreas, fuerzas de seguridad conjuntas y el primer batallón-regimiento Número 228 de la aviación estadounidense. Son 600 personas en total y 18 aviones de combate, incluidos helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook. Soto Cano también es la sede de la Academia de la Aviación de Honduras. Más de 650 ciudadanos hondureños y estadounidenses viven en las instalaciones de la base.

La Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país. Un acuerdo "de mano" entre Washington y Honduras autoriza la importante y estratégica presencia de los cientos de militares estadounidenses en la base, en un acuerdo "semipermanente". El acuerdo se realizó en 1954 como parte de la ayuda militar que Estados Unidos ofrecía a Honduras. La base primero fue utilizada por la CIA para lanzar el golpe contra Jacobo Arbenz en Guatemala.

Cada año, Washington autoriza cientos de millones de dólares en ayuda militar y económica a Honduras, que es el tercer país más pobre del hemisferio. Este acuerdo que permite la presencia militar de Estados Unidos en el país centroamericano puede retirarse sin aviso.

El 31 de mayo de 2008, el presidente Manuel Zelaya anunció que Soto Cano (Palmerola) se utilizará para vuelos comerciales internacionales. La construcción del terminal civil se financió con un fondo del ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas).

Los dos generales con mayor participación en el golpe contra Zelaya son graduados de la Escuela de las Américas y mantienen lazos estrechos con los militares estadounidenses en Honduras. El comandante de la Aviación de Honduras, general Luis Javier Prince Suazo, estudió en la famosa Escuela de las Américas de Estados Unidos en 1996. El jefe del estado mayor conjunto, general Romeo Vásquez, destituido por el presidente Zelaya el 24 de junio por desobedecer sus órdenes, y luego actor principal en el golpe militar sólo días después, también es graduado de la Escuela de las Américas. Los dos altos oficiales hondureños mantienen relaciones muy estrechas con el Pentágono y las fuerzas militares estadounidenses en Soto Cano.

El embajador de Estados Unidos en Honduras que cambió en septiembre 2008, Charles Ford, fue transferido al Comando Sur en Miami para encargarse de la asesoría para el Pentágono sobre América Latina.

Los militares hondureños están financiados, entrenados, adoctrinados y comandados por el ejército estadounidense sobre la base de la doctrina anti izquierdista y anti socialista. Por eso era tan fácil actuar contra el presidente Zelaya, su comandante en jefe, porque lo veían como parte de la "amenaza izquierdista", contra la que llevan combatiendo desde hace decenios.

De todas estas evidencias -y habrá más en el futuro- se comprueba el inconfundible papel de Washington en el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya.

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martes, 14 de julio de 2009

Las anteojeras del pueblo estadounidense

Las anteojeras del pueblo estadounidense

The Progressive

Traducción del inglés para Rebelión por S. Seguí


Ahora que la mayor parte de estadounidenses ya no cree en la guerra, ahora que ya no confían en Bush y su gobierno, ahora que la evidencia del engaño se ha hecho abrumadora (tan abrumadora que incluso los principales medios de comunicación, tarde como siempre, han comenzado a mostrar una cierta indignación), podríamos preguntarnos: ¿cómo ha podido engañarse a tanta gente durante tanto tiempo?

La pregunta es importante porque podría ayudarnos a comprender porqué nuestro pueblo, tanto los miembros de los medios de comunicación como el ciudadano corriente, corrió a manifestar su apoyo a un presidente que estaba enviando tropas al otro lado del mundo, a Irak.

Un pequeño ejemplo de la inocencia (servilismo, para ser más exactos) de la prensa es el modo como reaccionó a la presentación de Colin Powell, en febrero de 2003, en el Consejo de Seguridad, un mes antes de la invasión, un discurso que puede haber establecido un récord mundial de falsedades dichas de un tirón. En dicho discurso, Powell enumeró, con toda confianza, sus “pruebas”: fotografías tomadas desde satélites, conversaciones grabadas, informes de espías con estadísticas muy precisas de cuántos litros de esto y de lo otro había disponibles para la guerra química. El New York Times se quedó sin aliento de pura admiración. El editorial del Washington Post consideraba las pruebas “irrefutables” y declaraba tras la charla de Powell: “Es difícil imaginar que alguien pueda dudar que Irak posee armas de destrucción masiva.”

Considero que hay dos razones, profundamente enraizadas en nuestra cultura nacional, que contribuyen a explicar la vulnerabilidad de la prensa y la ciudadanía ante este tipo de crudas mentiras cuyas consecuencias han supuesto y suponen la muerte de decenas de miles de personas. Si somos capaces de comprender estas razones, podremos protegernos mejor de los engaños.

La primera es la dimensión temporal, es decir, la falta de perspectiva histórica. La segunda es la dimensión espacial, es decir, una incapacidad de pensar más allá de los límites del patriotismo. Estamos encerrados por la arrogante idea de que este país es el centro del universo, y de que es excepcionalmente virtuoso, admirable y superior.

Si no conocemos la historia, entonces somos presas fáciles de políticos carnívoros y de los intelectuales y periodistas que les facilitan la cubertería. Y no hablo aquí de la historia que estudiamos en la escuela, una historia servil hacia nuestros líderes políticos, desde los tan admirados Padres Fundadores hasta los presidentes de estos últimos años. Hablo de una historia que trate con honestidad el pasado. Si no conocemos esa historia, entonces cualquier presidente puede dirigirse a nosotros desde una hilera de micrófonos y declarar que debemos ir a la guerra, y no tendremos fundamento alguno para cuestionarlo. Nos contará que la patria está en peligro, que la democracia y la libertad están en juego y que, por consiguiente, debemos enviar buques y aviones para destruir a nuestro enemigo, y no tendremos razones para no creerlo.

Pero si conocemos la historia, si sabemos cuántas veces otros presidentes han hecho similares declaraciones al país, y cómo resultaron ser mentira, entonces no nos van a engañar. Aunque algunos de nosotros podamos decir con orgullo que no nos hemos dejado engañar nunca, también podríamos aceptar como deber cívico la responsabilidad de apoyar a nuestros conciudadanos contra la mendacidad de nuestros más altos funcionarios.

Podríamos recordarles que el presidente Polk mintió a la nación sobre las razones para ir a la guerra con México en 1846. No eran que éste país hubiera “derramado sangre estadounidense en nuestro propio suelo”, sino que Polk, y nuestra aristocracia esclavista, deseaban apoderarse de la mitad del territorio de México.

Podríamos señalar que el presidente McKinley mintió en 1898 sobre las razones para invadir Cuba, diciendo que queríamos liberar la isla del control de España, cuando la verdad era que efectivamente queríamos que España abandonara Cuba para poder ofrecérsela a la United Fruit y otras corporaciones de EE UU. Mintió también sobre las razones de nuestra guerra en las Filipinas, cuando afirmó que sólo buscábamos “civilizar” a los filipinos, cuando la razón real era hacerse con un buen pedazo de tierra en el Pacífico occidental, aunque para ello tuviéramos que matar a miles de filipinos.

Nuestro presidente Thomas Woodrow Wilson –con tanta frecuencia calificado en nuestros libros de historia de “idealista”– mintió sobre nuestras razones para entrar en la I Guerra Mundial, afirmando que era una guerra para “hacer el mundo seguro para la democracia”, cuando realmente era una guerra para hacer el mundo seguro para los poderes imperiales occidentales.

Harry Truman mintió cuando dijo que la bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima porque esta ciudad era “un objetivo militar”.

Todos mintieron sobre Vietnam: Kennedy sobre la magnitud de nuestra implicación, Johnson sobre el incidente del Golfo de Tonkín, Nixon sobre el bombardeo secreto de Camboya, todos ellos asegurando que se trataba de mantener Vietnam del Sur libre de comunismo, cuando lo que realmente querían era mantener ese país como avanzadilla estadounidense en el confín del continente asiático.

Reagan mintió sobre la invasión de Grenada, afirmando, falsamente, que era una amenaza para nuestro país.

Bush padre mintió sobre la invasión de Panamá, que tuvo como consecuencia la muerte de miles de civiles de ese país. Luego volvió a mentir sobre la razón para atacar Irak en 1991: no se trataba de defender la integridad de Kuwait –¿es alguien capaz de imaginar a Bush afligido por la invasión de este país por Irak?– sino de afirmar el poder de EE UU en un Oriente Próximo rico en petróleo.

Teniendo en cuenta este abrumador récord de mentiras destinadas a justificar guerras, ¿cómo se puede creer al joven Bush cuando expone sus razones para invadir Irak? ¿No deberíamos rebelarnos, instintivamente, contra el sacrificio de nuestras vidas a cambio de petróleo?

Una lectura atenta de la historia podría darlos otros elementos de protección contra la mentira. Podríamos entender que siempre ha habido, y sigue habiendo, un profundo conflicto de intereses entre el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos. Este pensamiento resulta perturbador para una mayoría de personas, por cuanto va en contra de todo lo que nos han enseñado.

Se nos ha inducido a creer que, desde el principio, tal como nuestros Padres Fundadores inscribieron en el Preámbulo de la Constitución, éramos “nosotros, el pueblo” quienes establecimos el nuevo gobierno tras la Revolución. Cuando el eminente historiador Charles Beard sugirió, hace ya cien años, que la Constitución representaba no al pueblo trabajador, no a los esclavos, sino a los esclavistas, a los mercaderes y los rentistas, fue objeto de un editorial indignado en el New York Times.

Nuestra cultura exige, en su lenguaje mismo, que aceptemos la comunidad de intereses que nos une los unos a los otros. No debemos hablar de clases. Sólo los marxistas lo hacen, aunque James Madison, “Padre de la Constitución”, afirmara ya, treinta años antes del nacimiento de Karl Marx, que había un conflicto inevitable en la sociedad entre aquellos que eran propietarios y los que no lo eran.

Nuestros actuales líderes no son tan francos. Nos bombardean con términos como “interés nacional” “seguridad nacional” y “defensa nacional” como si todos estos conceptos se aplicasen de la misma manera a todos nosotros, blancos o negros, ricos o pobres; o como si General Motors y Halliburton tuvieran los mismos intereses que el resto de nosotros, o como si los de George Bush fueran los mismos que los de los jóvenes que envía a la guerra.

No cabe duda de que, de todas las mentiras dirigidas a nuestro pueblo, esta es la mayor. En la historia de los secretos escondidos al pueblo estadounidense, este es el mayor de ellos: que hay clases sociales que tienen diferentes intereses. Ignorarlo –desconocer que la historia de nuestro país es la historia del propietario de esclavos contra el esclavo, del propietario contra el inquilino, de la corporación contra el trabajador, del rico contra el pobre– es dejarnos desarmados ante todas las mentiras menores que nos cuenta la gente que detenta el poder.

Si nosotros como ciudadanos partimos del entendimiento de que esa gente de arriba –el presidente, el Congreso, el Tribunal Supremo, todas esas instituciones que se supone que garantizar el “equilibrio de poder”– no está pensando en nuestros intereses, entonces estaremos en el buen camino hacia la verdad. Desconocer esto es dejarnos a nosotros mismos desarmados ante una serie de mentirosos a plena dedicación.

La creencia tan firmemente imbuida –no desde nuestro nacimiento, pero sí por medio del sistema educativo y de nuestra cultura en general– de que Estados Unidos es una nación particularmente virtuosa, nos deja particularmente vulnerables ante los engaños de nuestro gobierno. Los engaños comienzan pronto, en el primer curso de educación básica, cuando nos obligan a “jurar fidelidad” (antes incluso de que sepamos qué quiere decir esa palabra), y nos fuerzan a proclamar que ésta es una nación con “libertad y justicia para todos”.

Y luego están las innumerables ceremonias, en parques o recintos cerrados, en las que se supone que debemos ponernos de pie y agachar la cabeza mientras suena nuestro himno nacional, que anuncia que somos “la tierra de los libres, el hogar de los valientes”. Y hay también el himno oficioso “Dios bendiga a América”, y la gente te mira con mala cara si te atreves a preguntar porqué Dios debería escoger a esta nación en particular –el 5% de la población mundial– para bendecirla con su gracia.

Si partimos de este punto de vista en la evaluación del mundo, es decir, del firme convencimiento de que este país ha sido dotado por la Providencia de cualidades únicas que lo hacen moralmente superior a todos los demás sobre la Tierra, entonces no es probable que cuestionemos al presidente cuando nos comunica que enviaremos a nuestras tropas a este o aquel país, o que bombardearemos por aquí o por allá, a fin de extender nuestras virtudes –la democracia, la libertad y, no lo olvidemos, la libre empresa– a cualquier lugar del mundo literalmente dejado de la mano de Dios.

En ese momento, es preciso, si queremos protegernos a nosotros mismos y a nuestros conciudadanos contra políticas que son desastrosas no solo para otros pueblos sino también para el nuestro, que tengamos a mano los datos que ponen en cuestión la idea de una nación virtuosa como ninguna.

Los datos son perturbadores, pero debemos asumirlos si queremos ser honestos. Debemos asumir nuestra larga historia de limpieza étnica, en la que millones de indios fueron arrojados de sus tierras por medio de matanzas y deportaciones forzadas. Y nuestra larga historia, que no hemos dejado aún atrás, de esclavismo, segregación y racismo. Debemos tener presente nuestra larga tradición de conquistas imperiales, en el Caribe y en el Pacífico, nuestras vergonzosas guerras contra países de tamaño inferior a una décima parte del nuestro: Vietnam, Grenada, Panamá, Afganistán, Irak. Y la permanente memoria de Hiroshima y Nagasaki. No es una historia de la que podamos estar orgullosos.

Nuestros líderes han dado por sentado, y han implantado esta creencia en las mentes de mucha gente, que tenemos derecho, por nuestra superioridad moral, a dominar el mundo. Al finalizar la II Guerra Mundial, Henry Luce, con una arrogancia apropiada a su figura de propietario de las revistas Time, Life y Fortune, acuñó el término de “el siglo americano”, con lo que quería decir que la victoria en la guerra daba a Estados Unidos derecho a “ejercer sobre el mundo toda la fuerza de su influencia, para los fines que creamos convenientes y por los medios que creamos convenientes.”

Tanto el partido republicano como el demócrata han hecho suya esta idea. George Bush, en su discurso de toma de posesión, el 20 de enero de 2005, afirmó que difundir la libertad por todo el mundo era la “exigencia de nuestro tiempo”. Años antes, en 1993, Bill Clinton, hablando en una ceremonia de entrega de diplomas en la academia militar de West Point, declaró: “Los valores que han aprendido ustedes aquí (...) podrán difundirlos por todo nuestro país y por todo el mundo, y dar a otras personas la posibilidad de vivir como ustedes han vivido y desarrollar las capacidades que Dios les ha concedido.”

¿En qué se basa la idea de nuestra superioridad moral? Sin duda, no en nuestro comportamiento hacia otros pueblos en otros lugares del mundo. ¿Se basa entonces en el alto nivel de vida de la gente en Estados Unidos? En 2000 la Organización Mundial de la Salud publicó su clasificación de países en términos de situación sanitaria general, y EE UU ocupaba el lugar 37 de la lista, aunque gasta más dinero por persona en cuidados de salud que cualquier otro país del mundo. Uno de cada cinco niños de este país, el más rico del mundo, nace en la pobreza. Hay más de cuarenta países que tienen una mortalidad infantil más reducida, entre ellos Cuba. Y hay otro signo evidente de enfermedad social: tenemos la mayor población reclusa del mundo, más de dos millones de personas.

Una estimación más honesta de nosotros mismos como pueblo podría prepararnos para la próxima batería de mentiras que acompañará a la próxima propuesta de imponer nuestro poderío en algún otro lugar del mundo. También podría inspirarnos la elaboración de una historia diferente de nosotros mismos, arrancar nuestro país de las manos de los mentirosos y asesinos que lo gobiernan, y –mediante el rechazo del nacionalismo arrogante–– unirnos al resto de países de la raza humana en la causa común de paz y justicia.

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Howard Zinn es el autor de “A People’s History of the United States” (Una historia popular de los Estados Unidos) y de “Voices of a People’s History of the United States”, junto a Anthony Arnove.´

Texto original:
http://progressive.org/mag_zinn0406